Josué 1:9
Cada vez que leo este pasaje me pregunto: ¿Cuándo fue la última vez que me esforcé, para alcanzar algo que me propuse?
Pienso en esto porque me es prácticamente imposible no imaginar la situación de Josué, sin ponerme en sus zapatos. El debía llevar a cabo la gran tarea de conquistar la tierra de Canaán como heredad para los hijos de Israel. Moisés había muerto y todas las miradas de Israel apuntaban a Josué. El pueblo necesita un líder, necesita de alguien que tome la iniciativa y convierta las palabras en acciones. Muchas personas, ante la expectativa y las miradas de los demás, dan un paso hacia atrás y se esconden, muchos sucumben ante la presión. Algunos tienen pánico escénico. Otros le huyen a la responsabilidad. Es normal tener miedo ante una situación así. Se puede decir que es una reacción humana normal. Pero hay personas que no están hechas para aceptar lo “normal”. Se diferencian de los demás, porque aceptan para sí los retos y las dificultades que nos presenta la vida. Para esta clase de personas Dios tiene dos palabras que decir: “esfuérzate y se valiente”.
No hay nada que dignifique más al ser humano como el legítimo esfuerzo. Sin importar los resultados que obtengamos, es gratificante dar lo mejor de sí para un fin. Mahatma Gandhi dijo una vez:
“Nuestra recompensa se encuentra en el esfuerzo y no en el resultado. Un esfuerzo total es una victoria completa.”
En cuanto a la valentía cabe resaltar que es una característica rara y muy preciada. La valentía es como una luz en medio de la oscuridad. El valiente es aquel que llega cuando todos se van, el que da la cara cuando todos la esconden. Cuando todos renuncian, cuando la causa esta perdida, es el valiente al que llaman. ¿Por qué es tan difícil ser valiente? Porque nadie es valiente cuando todo esta bien. La valentía se pone a prueba cuando las circunstancias son difíciles y cuando el mundo parece caernos encima. Es ahí cuando se diferencian los valientes de los que huyen.
En contra posición de estas dos valiosas cualidades que Dios esta ordenando en Josue. El Señor advierte que se aleje de dos tendencias: El temor y el desánimo.
En este punto se pone en evidencia un contraste en el versículo. Los atributos de esfuerzo y valentía son antagónicos al temor y el desanimo. Lo contrario de la valentía es la cobardía (inspirada por el temor) y el antónimo de esfuerzo es el desanimo. Por tanto Dios quería que Josué fuera totalmente contrario a estos sentimientos, pues si los seguía lo llevarían al fracaso.
El temor es un gigante, un titán que debemos vencer si queremos avanzar. El temor se antepone entre nosotros y la conquista de lo que Dios desea entregarnos. Cuando Israel estuvo por primera vez a las puertas de la conquista de Canaán, tuvieron temor de sus habitantes y se rebelaron contra Dios (Números 13:27-33 y 14:1-4). Había una barrera que vencer e Israel fracasó sucumbiendo ante el temor, prefirieron retroceder que avanzar, con tal de no afrontar sus temores.
El temor no se va si no se le enfrenta. ¿Se acuerda del relato de Goliat? Dice la escritura en 1Samuel 17:4:24 que Goliat salió a retar a los ejércitos de Israel y estos al verlo se turbaron y tuvieron gran miedo. Sin embargo Goliat no se conformó con la intimidación, sino que durante todas las mañanas y las tardes durante 40 días salió a desafiar a Israel. Cuarenta días Israel estuvo paralizado por el temor que un solo hombre les infundía.
El funcionamiento del desanimo se basa en poner la mirada en las dificultades y no en las promesas. Cuando pensamos más en los problemas que en las soluciones nuestra mente se turba y abrimos la puerta al desanimo. El desanimo genera en nosotros las más diversas escusas para no esforzarse: El obstáculo es demasiado grande, o la batalla es demasiado difícil, a veces la escusa es que el camino es demasiado largo o que nadie lo ha logrado jamás. Un hombre sabio dijo una vez: “Es extraño y perturbante la capacidad que tiene el hombre para autolimitarse”.
El desanimo ataca la mentalidad que se esfuerza. Nos roba la pasión por esforzarnos y seguir intentando.
Ahora bien, por más devastadoras que puedan ser las repercusiones del temor y el desanimo, hay una promesa que nos alienta a no entregarnos a estos sentimientos destructivos: “Jehová estará con nosotros en dondequiera que vayamos”. Esta no solo es razón suficiente para abandonar todo temor y desanimo, sino también la razón de nuestro esfuerzo y valentía ante cualquier circunstancia. Ponga atención a las promesas de Dios para Josue:
“Yo os he entregado, como lo había dicho a Moisés, todo lugar que pisare la planta de vuestro pie.”
Josué 1:3
“Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé”
Josue 1:5
Es como si Dios le dijera a Josué lo siguiente: “Si tenias temor de fracasar, te digo que todo lo conquistaras. Si te desanimaste porque Moisés murió y pensaste que estabas solo, te digo que yo seré quien te acompañe, a mi lado no podrás fallar”.
Y como Josue siguió el consejo, Dios cumplió lo que prometió:
“Tomó, pues, Josué toda la tierra, conforme a todo lo que Jehová había dicho…“
Josue 11:23
Quiero hacer énfasis en la palabra TODO, pues Dios le entregó a Josué todo lo que le había prometido
Las mismas promesas de Dios siguen vigentes. Dios desea que conquistemos, que avancemos, que nada nos paralice. Cuando la vida te ponga a escoger entre detenerte y avanzar, elige siempre avanzar, este es el método de Dios. Obedece a Dios y créele, es por su promesa que “siempre estará con nosotros” la razón por la que podemos conquistar. Conquista TODO lo que Dios tenga para ti.
Que bueno es esto Gracias!!!
ResponderEliminarmuchas gracias!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarhola paso visitando su blog, bendiciones
ResponderEliminardesde mi blog www.creeenjesusyserassalvo.blogspot.com
Bendiciones muy hermoso espacio
ResponderEliminarBendiciones excelente me ayudara mucho para un ayuno que esta en puerta
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