“Porque yo soy Jehová vuestro Dios; vosotros por tanto os santificaréis, y seréis santos, porque yo soy santo…”
Levítico 11:44
Creo que muchos creyentes y personas en general no han entendido muy bien el concepto de la santidad y lo importante que esto es en la vida de un cristiano. En mis varios años de ser cristiano, he visto como “La santidad” es un tema que ya casi no se estudia o se predica desde los pulpitos. Creo que hay personas que solo les interesa escuchar que Dios las ama, pero no quieren saber que Dios demanda algo de ellas. Desgraciadamente en muchos lugares se está predicando solamente lo que la gente quiere escuchar. Si decimos desde un pulpito que Dios exige santidad de su pueblo, entonces nos tildan de legalistas, si decimos que Dios no tolera nuestros pecados, entonces nos llaman radicales, fanáticos o algo peor ¿Entonces tenemos que dejar de decir la verdad? ¿Obviar lo que la Biblia dice para que la gente no se sienta mal consigo misma?
La santidad es un tema importante y la importancia del tema radica en que Dios es santo, tan simple como eso; y para poder tener una relación con Dios, solo puede ser bajo los términos que Él establezca. Esto es que Dios es un Dios que habita eternamente apartado del pecado, por lo cual no podemos acercarnos a Él en lo indigno e impuro de nuestra condición pecadora. Creo que nuestra sociedad ha perdido la noción de lo que la santidad es, pero las personas en el antiguo Israel lo tenían muy en claro.
Cuando Moisés se acercó a Dios, en medio de una zarza que ardía en fuego pero no se consumía, fue advertido por Dios acerca de su santidad y del peligro que se acercara a Él indignamente. Tanto fue el temor de Moisés a causa de la santidad de Dios, que cubrió su rostro para no mirar al Dios santo (Éxodo 3:2-6). Algo similar fue el caso de Isaías, que teniendo la revelación de la santidad de Dios citó estas palabras: “¡Ay de mí! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos”. Isaías 6:5. Finalmente el apóstol Juan, cuando recibió del Señor el mensaje del Apocalipsis, sus ojos vieron la majestad del Señor y cita la siguiente afirmación: “Cuando le vi, caí como muerto a sus pies…” Apocalipsis 1:17.
De todo esto entendemos lo siguiente:
1. Solo se puede entender la santidad de Dios, cuando Él se ha revelado a tu vida
2. Cuando conoces la santidad de Dios, entiendes tu condición de pecador
3. Al verte pecador delante de Él, reconoces la dignidad de Dios y que solo Él es santo.
4. Finalmente al estar expuesto a la santidad de Dios, anhelas la santidad para poder permanecer cerca de Él.
No es de extrañar que muchos no entiendan ni vivan en santidad. Muchos dicen conocer a Dios sin conocerlo realmente, pues su vida no evidencia que la santidad de Dios les ha sido mostrada. No es de extrañar que Dios no se haya revelado a muchos, pues muchos no están interesados en ser santos para Él. La realidad es que hay personas que están cómodos con su forma de vivir y no consideran que su vida de pecado desagrada a Dios. Por tanto no es de extrañar tampoco, que la sociedad actual se haya degradado moralmente a este extremo. Nos preguntamos el por qué de la maldad, la violencia y la inmoralidad del ser humano en estos tiempos, pero obviamos el hecho que el ser humano ha decidido vivir satisfaciéndose a sí mismo de forma egoísta; e ignorando que hay una norma de moralidad establecida por Dios “Ser santos porque Él es santo”.
Amado lector, si en algún momento en tu vida has decidido seguir a Dios, te quiero decir a través de estas palabras que te escribo, que no es posible amarlo a Él y al mismo tiempo amar lo que a Él le desagrada. Es necesario despojarnos de nuestra maldad para poder verle a Él.