El día de ayer, miraba por la ventana un espectáculo algo inusual, y que seguramente la mayoría podría considerar extraño, que este espectáculo llamara mi atención. Era una mañana fría y ventosa; y en la calle había una bolsa plástica, que flotaba en el aire impulsada por el viento. La bolsa era arrojada por el viento en todas direcciones; caía al suelo, luego era arrastrada, volvía a elevarse y de nuevo era arrojada con violencia contra el suelo. Las ráfagas de viento, hacían de esta bolsa lo que querían. La verdad es que la escena me resulto llamativa; y para ser honesto (lo reconozco con algo de pena), no tenía nada más que hacer que ver por la ventana.
Pero mi ociosidad se volvió provechosa, cuando me puse a pensar en qué aplicación podía darle, a la escena que acababa de presenciar. Le resultará tal vez cómico cuando le diga, que me puse a imaginar qué pasaría si yo fuera esa bolsa llevada por el viento, pues me imagino que no debe ser nada agradable ser lanzado de un lado a otro, sin voluntad y sin criterio de nada.
“… ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo”
Efesios 4:14-15
Siempre he pensado que el cristianismo que se aleja de la verdad Bíblica, es arrastrado de un lado al otro de cualquier pensamiento o doctrina, que se disfrace de verdad. Puede ser fácilmente engañado, pues no ha cimentado su fe en algo verdadero; en algo que sea lo suficientemente firme para que nunca sea conmovido.
Cuando vi a esa bolsa de plástico ser arrastrada por el viento, recordaba a muchas personas, que por su falta de criterio Bíblico, son engañadas por doctrinas que a simple vista parecen confiables, pero cuando se analizan a la luz del criterio de Dios resultan ser falsedad. En la actualidad, cuando hablo con las personas, las escucho abordar muchos temas e ideologías que se sincretizan en sus cabezas; y generalmente terminan preguntado de forma retórica ¿En que tengo que creer? Como si la fe fuera un asunto de creer ciegamente. La verdad más reveladora acerca de la fe, es que tiene fundamento. Esto es que la fe tiene un ancla que nos hace estar firmes, cuando la tempestad y los vientos agitan el ambiente. Y esa ancla es Cristo. El fundamento de nuestra fe y fuente primordial de toda verdad es Cristo.
Jesús es el pensamiento ideológico y filosófico más elevado. Su figura y su existencia es tan trascendental en la historia humana, que dividió la línea del tiempo en antes de Cristo; y después de Cristo. Aun lo escépticos y ateos se ven forzados a utilizar este criterio, para referirse a la línea de tiempo histórica. Su obra fue perfecta y su trascendencia eterna. Y es sobre este Cristo que se fundamenta la fe.
La firmeza de una fe en Cristo, hace que cuando los vientos ideológicos de este siglo, arrastre a muchos de un lado al otro, los que confían en Él permanezcan como sujetados a una roca.
“Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina.”
Mateo 7:24-27
Hay tantas ideologías actualmente, que es fácil dejarse arrastrar. La imagen de la bolsa llevada por el viento ¿se te hace familiar? ¿En donde esta cimentada tu fe?