martes, 14 de septiembre de 2010

Movidos a misericordia

“Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron; e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto.
Aconteció que descendió un sacerdote por aquel camino, y viéndole, pasó de largo.
Asimismo un levita, llegando cerca de aquel lugar, y viéndole, pasó de largo.
Pero un samaritano, que iba de camino, vino cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia; y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón, y cuidó de él.”
«Parábola del buen samaritano» Lucas 10:30-34

Es innegable el hecho que la maldad siempre ha existido, sin embargo, más prominente que el acto de maldad son sus consecuencias. Al igual que el hombre de la parábola, hoy en día vemos a las personas víctimas de la maldad caminar y vivir entre nosotros. Solo tenemos que mirar más de cerca. Ponga atención, y verá en cada esquina un despojado y golpeado de la vida. El joven con el corazón roto, el niño abandonado por sus padres, el anciano indigente; olvidado por sus familiares, la esposa agredida. Todos ellos victimas, consecuencias vivientes de los efectos de la maldad.
Tras el paso de la maldad, solo quedan los despojos. Por tanto es la actitud que tomamos frente a los que necesitan nuestra ayuda, lo que marca la diferencia.
Hubo en la parábola aquellos que vieron la necesidad, y pudiendo hacer algo, pasaron de lado. Y es que esto es lo que comúnmente sucede. Las personas pueden ser apáticas a la necesidad de los demás, aun cuando lo que se requiere de ellos, exige el mínimo de los esfuerzos.
Es fácil pasar de largo al necesitado, de hecho es la facilidad que tenemos de hacerlo, lo que ha hecho de esta sociedad un lugar menos cálido para coexistir.
Sin embargo en el texto bíblico se nos muestra que hubo alguien que fue “movido a misericordia”. La Etimología de la palabra misericordia nos dice que esta se forma de dos raíces del latín: “miserere” que significa miseria o desdicha y “cordis” que significa corazón. Es decir, misericordia; etimológicamente implica, sentir en el corazón la desdicha de los demás.
También nos dice la escritura sobre este samaritano, que luego de sentir misericordia por el afligido, curó sus heridas y lo atendió apropiadamente.
Dos acciones de mucha validez práctica: sintió misericordia e hizo algo al respecto.
Es importante identificarse con el dolor de los demás, pero más importante aún es hacer algo.
¿Quién dará de comer al hambriento? ¿Quién dará abrigo al desnudo? ¿Quién visitará al enfermo?
El pensador Edmund Burke dijo una vez:

“Lo único que necesita el mal para triunfar es que los hombres buenos no hagan nada”

Estamos rodeados de gente que necesita nuestra ayuda. Aquel que nunca sonríe. Puede ser que la vida no le de muchas razones para sonreír. El que habla demasiado. Quizás nunca nadie le ha prestado atención. El que avanza por la vida muy despacio. Tal vez se ha caído muchas veces en el camino.
La verdad, es que poco sabemos de las circunstancias de la vida, que han marcado con dolor y sufrimiento a quienes nos rodean. Sonríe al que no lo hace, escucha al que siempre habla, se paciente con aquel que luce más lento; no es mucho pedir, puede que estés ayudando a uno que ha sido golpeado.
La maldad nos lanza los despojos de las vidas a quienes golpea, pero nosotros tenemos la oportunidad de ser la mano que levanta o el hombro en quien se apoyen. El desafío empieza porque seas movido a misericordia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario