martes, 20 de marzo de 2012

¿Qué tienes en casa?

“Una mujer, de las mujeres de los hijos de los profetas, clamó a Eliseo, diciendo: Tu siervo mi marido ha muerto; y tú sabes que tu siervo era temeroso de Jehová; y ha venido el acreedor para tomarse dos hijos míos por siervos. Y Eliseo le dijo: ¿Qué te haré yo? Declárame qué tienes en casa. Y ella dijo: Tu sierva ninguna cosa tiene en casa, sino una vasija de aceite. Él le dijo: Ve y pide para ti vasijas prestadas de todos tus vecinos, vasijas vacías, no pocas. Entra luego, y enciérrate tú y tus hijos; y echa en todas las vasijas, y cuando una esté llena, ponla aparte. Y se fue la mujer, y cerró la puerta encerrándose ella y sus hijos; y ellos le traían las vasijas, y ella echaba del aceite. Cuando las vasijas estuvieron llenas, dijo a un hijo suyo: Tráeme aún otras vasijas. Y él dijo: No hay más vasijas. Entonces cesó el aceite. Vino ella luego, y lo contó al varón de Dios, el cual dijo: Ve y vende el aceite, y paga a tus acreedores; y tú y tus hijos vivid de lo que quede.”

Existen muchos teólogos que han dado una interpretación simbólica a la deuda de la viuda y el asunto del aceite, y aunque personalmente no tengo ninguna objeción con ese tipo de interpretaciones, quisiera recalcar el marco contextual de los versículos anteriormente citados. El marco del contexto que nos muestra estos versículos se refieren a una situación de necesidad económica. Una mujer a enviudado, su esposo era deudor y ahora que él ha muerto no tiene con qué pagar la deuda, por lo cual el acreedor amenaza llevarse sus dos hijos como esclavos hasta que la deuda sea pagada.

La gente buena también pasa por angustias financieras. Dice la escritura que el esposo de la viuda era un hombre “temeroso de Jehová”. A veces pensamos que la tribulación en las finanzas no nos va a alcanzar por ser hijos de Dios. Los cristianos también padecemos necesidad en tiempo de crisis. Sin embargo lo que el texto nos muestra es que Dios sabe nuestra necesidad y tiene cuidado de nosotros. El texto nos muestra que en Dios están satisfechas todas nuestras necesidades.

Algo que me agrada mucho del texto es que el “varón de Dios” le pregunta a la viuda: “Declárame que tienes en casa”. Esto me hace preguntarme ¿Qué puedo tener en casa que sea el instrumento que Dios utilice, para sacarme de una situación de crisis? Siempre me hago esta pregunta ¿Qué hay en mi casa que sirva para mostrar el poder de Dios en medio de las tribulaciones? Imagino a la viuda llenando las vasijas una tras otra y preguntándose ¿Cómo es que no se acaba? Lo cierto es que Dios usa lo que tenemos en casa para suplir nuestras necesidades en tiempo de crisis. Tu habilidad para cocinar, coser, tejer, y servir a los demás. Ese pasatiempo que tienes de escribir, hacer manualidades, o enseñar a otros a hacerlo. Todas esas cosas que tenemos en casa que parecen ordinarias, Dios las utiliza para que en nuestro hogar nunca falte. En mi hogar cuando mis hermanos y yo éramos niños, mi padre era asalariado, pero su salario no siempre alcanzaba para cubrir todas las necesidades en casa. Mi madre tenía una máquina de coser, con la cual ayudaba a las finanzas del hogar; y muchas veces este simple instrumento combinado con la habilidad de mi madre, ayudaron para suplir muchas cosas de las cuales teníamos necesidad.

Puede que sean cosas muy simples, puede que pienses que eso no alcanza para sobrepasar la crisis, pero no es solo lo que tengas para ofrecer, sino lo que un Dios todo poderoso y sobrenatural puede hacer con lo poco que tienes. Dios puede usar cualquier cosa para demostrarte que el milagro que esperas está en  Él. Esto me lleva a preguntarte en este dia: ¿Estas pasando por una crisis financiera? Dios puede hacer el milagro de convertir tu vasija de aceite en un sustento para tu hogar, pero necesitas creerle a Él para ver su poder. Y tu, ¿qué tienes en casa?

lunes, 13 de febrero de 2012

Cuenta las estrellas, si las puedes contar

“Dijo también Abram: Mira que no me has dado prole, y he aquí que será mi heredero un esclavo nacido en mi casa. Luego vino a él palabra de Jehová, diciendo: No te heredará éste, sino un hijo tuyo será el que te heredará. Y lo llevó fuera, y le dijo: Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar. Y le dijo: Así será tu descendencia. Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia.”
Génesis 15:3-6
Imagine por un momento a Abram. El padre de la fe se encuentra sentado en su tienda, meditando sobre lo que Dios le ha prometido. Años han pasado desde que Dios le prometió un hijo. Ha tratado de hacer fielmente lo que Dios le ha mandado; sin embargo ya se ve viejo y las dudas empiezan a entrar en su mente. “Quizás mal interpreté lo que Dios me dijo” pudo haber pensado Abram “Quizás Dios no se refería textualmente a que me daría un hijo” “Quizás hablaba simbólicamente”. ¿Alguna vez le ha pasado lo mismo? Dios te ha dado alguna promesa, pero sientes que has esperado mucho tiempo, que estas haciendo lo correcto, pero la promesa aun no llega a tu vida. Entonces al igual que Abram empiezas a dudar y a creer que lo que El te dijo en intimidad es algo distinto, o que lo malinterpretaste. Mire de cerca las palabras del patriarca: “será mi heredero un esclavo nacido en mi casa”. En este momento Abram tiene más dudas que fe. Y créame que es entendible. Ese es el efecto que produce el tiempo de espera.
Todos hemos estado al igual que Abram sentados en una tienda, atrapados por la duda. El tiempo se pasa como en una sala de espera y nuestro corazón empieza a desfallecer. Hasta que la duda hace que nosotros pensemos que Dios no podrá cumplir lo que prometió y tendrá que hacer una especie de plan alternativo. Pero si estas en la misma situación que estuvo Abram, tienes que prestar atención a lo que Dios está por hacer:
1. Primeramente el texto nos dice que Dios “lo llevó fuera”. ¿Cómo pretendemos entender lo que Dios va a hacer sentados en una tienda? Hay ocasiones cuando el entorno que nos rodea, limita la visión que Dios quiere darnos. Dios desea romper nuestros paradigmas mentales, desafiarnos a ver que lo que El tiene para nosotros es más grande de lo que teníamos pensado. Pero para volver a soñar necesitas salir de tu tienda y dejar tus dudas atrás. Salir de todo aquello que te dice “no es posible”, “ya es muy tarde”. 

2. Lo segundo que hace Dios es que lo invita a mirar los cielos. ¿Por qué? Pues porque los cielos nos dan perspectiva. Perspectiva de que existe algo más grande que el techo de nuestra tienda. Nadie puede soñar en grande viendo lo limitado. Tus ojos tienen que estar enfocados en el lugar correcto, para poder volver a creer. Las promesas de Dios se esperan mirando los cielos.

3. En tercer lugar Dios desafía a Abram: “cuenta las estrellas, si las puedes contar”. Dios le esta diciendo a Abram que él no puede siquiera imaginar la grandeza del cumplimiento de la promesa. Así como las estrellas son incontables para el hombre, así los planes de Dios son inimaginables para nosotros y sus proyectos son tan grandes que cuando alcanzamos a tener una visión de la magnitud de ellos, sencillamente quedamos maravillados. Puedo imaginar al patriarca mirando los cielos con su boca y sus ojos bien abiertos, volviendo a llenar su corazón de esperanza.

4. Finalmente el texto nos muestra el último aspecto acerca de la promesa. Tenemos que volver a tener fe: “Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia. No importa cuánto este demorando la promesa, no importa cuán dolorosa sea la espera, la visión que Dios nos esta dando es suficiente para volver a creer.

No sé cual sea tu situación en este dia. No sé cuánto tiempo has estado sentado en una tienda, al igual que Abram, esperando una promesa que se demora en llegar. Quizás la duda ya ha iniciado a hacer su parte en tu vida. Quizás al igual que Abram ya estas dudando del cumplimiento que Dios puede hacer de sus promesas. Pero hoy te invito a escuchar su voz, dar un paso al frente y salir de tu tienda, y volver a mirar los cielos y ver que lo que Dios tiene para ti es más grande que las estrellas. Es tiempo de volver a creer…

domingo, 1 de enero de 2012

Ponte a caminar

Permítame hacerle una pregunta personal: ¿Qué sabes acerca de caminar en fe? Le hago la pregunta pues hoy Dios me hizo la misma pregunta a mi. Este año que recién empieza, se perfila para mi vida en un entender mas vivencial que conceptual acerca de la fe. Como teólogo podría conceptualizar el término en algo que suene muy pomposo y bien argumentado, sin embargo con eso no podría engañarme a mi mismo. Hay cosas que solo se podrían explicar al vivirlas. Por tanto hoy quisiera compartirles un pasaje Bíblico con el cual Dios me ha estado desafiando y que será mi punto de partida para este año que recién inicia.

“Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición.”
Génesis 12:1-2
Pienso en Abram en este punto de su vida, y me pregunto sobre lo que habrá pasado por su cabeza al escuchar estas palabras. Dios le esta pidiendo que renuncie a todo lo que ama, conoce y le da seguridad, para ir a un país extraño que nunca ha visto. ¿Mi casa? Pregunta Abram. Déjala, responde Dios. ¿Mi familia? Vuelve a preguntar Abram. Déjala también, vuelve a responder Dios. ¿Y para donde voy? Replica Abram. Mas tarde te digo, dijo Dios. Abram tiene un llamado, sabe que es momento de empezar a caminar, pero aun no le ha sido revelado a donde va. No ha visto en “google earth” una visión de su nueva patria, y Dios solo le esta diciendo: “Ponte en camino”. Note que el texto es claro en enfatizar la acción del verbo “Vete” el cual implica acción inmediata, pero todos los demás verbos denotan acción futura: “te mostraré la tierra”, “haré de ti”, “te bendeciré”, “te engrandeceré”, “serás bendición”. De todos estos verbos, solo la acción de ir le corresponde a Abram, las otras acciones son de Dios sobre la vida de Abram. Lo que Dios le esta diciendo a Abram es que debe empezar a avanzar en fe y que El recompensará esa fe con varios aspectos importantes que deseo enfatizar:
1. El primer verbo esta inmerso en la frase “la tierra que te mostraré”. Si entendemos bien la frase, Dios le esta diciendo a Abram, que cuando él haya comenzado a caminar, El le dará la visión de a donde se dirige. Olvida tu brújula, tu GPS y tu sentido de orientación. Olvídate de tomar atajos, dice Dios, para llegar a donde te voy a llevar, solo Yo conozco el camino. Dios es quien da la visión.

2. El segundo verbo dice “haré de ti”. Lo que me hace pensar que Abram no era todavía lo que debía ser cuando empezó a caminar. Para empezar a caminar en fe, no pensemos que ya estaremos listos, la realidad es que si esperamos a estar listos para empezar a caminar, nunca partiríamos. Dios nos esta diciendo que durante el camino, el trabajará en nosotros y que El sabe completar lo que inicia. El hará de nosotros lo que ha determinado hacer.

3. El tercer y cuarto verbo, nos muestran la promesa: “te bendeciré, y engrandeceré tu nombre”. Los escollos del camino son más fáciles de sortear cuando tenemos la mirada puesta en el galardón. La bendición de Dios no es nuestro fin, es nuestra esperanza. Y cuando leemos correctamente el texto entendemos que Dios nos bendice por una razón solamente, y esta razón nos lleva al último verbo:

4. “Serás bendición”. Si pensamos que Dios nos bendice solo para satisfacer nuestros anhelos y apetitos personales, no hemos llegado a entender en que consiste el evangelio.  La bendición que Dios nos da es para que podamos ser de bendición para otros, llevar su amor y misericordia a los que aun no le conocen. Hacer que por medio nuestro la gente le conozca.

¿Cuál fue la pregunta que hice al inicio? Ah si, ya recuerdo, lo de caminar en fe. Bueno, pues tengo todo un año en frente de mi, para contestar esa pregunta, por el momento solo he escuchado una orden, quizás usted también la esta escuchando hoy: “Ponte a caminar”.