lunes, 22 de noviembre de 2010

La luz que nos hace funcionar

Tengo un viejo reloj que me agrada mucho. No es un reloj costoso o elegante, es más, ni siquiera es bonito. Sin embargo tiene una característica muy interesante. Cuando lo compré me dijeron que no tenía batería, sino que contaba con un sistema que se recargaba con luz solar; así que mi buen reloj solo necesita de una sesión de bronceado al natural, y tiene energía para hacer su trabajo. Es tan buen reloj que hasta me enseña cosas curiosas como esta… Si lo sé, puede que este sobrevalorando mi reloj; y tal vez hasta exageré con eso de que me ensena cosas, pero me pareció muy útil el ejemplo.
La luz solar para este reloj es lo que le da la vida. Si lo guardo en las sombras, lejos de la luz, sus manecillas empiezan a caminar cada vez más lento y si no recibe su cuota de sol diaria, pues a la larga se detendrá.

Por último este reloj tiene otra característica muy peculiar: con tres minutos de luz solar, tiene energía suficiente para trabajar todo el día. Sin embargo necesita de más de una hora de luz artificial para cargar el mínimo de energía y se descarga con mucha facilidad, pues la energía no es de la misma calidad.
Como pueden ver es un reloj bastante peculiar. Y seguramente también puede ver por qué he aprendido tanto acerca de él.
La verdad es que la vida cristiana es muy similar a la forma en que funciona mi reloj. Y si cree que estoy abusando del ejemplo, le invito a leer lo que Jesús dice de sí mismo:


Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.”
Juan 8:12
Cada vez que nos alejamos de Jesús, nos empieza a pasar lo que a mi reloj cuando lo guardo en un armario, lejos de la fuente de su energía. Nuestra vida espiritual empieza a decaer, avanzamos cada vez más lento, hasta que nos detenemos totalmente. A propósito de esto, el fin máximo de Satanás, es que la vida del cristiano este en pausa; y de la misma forma que un reloj que no da la hora es inútil; así también es inútil el cristiano que por estar en las sombras, ha perdido la luz que lo energiza.

Piénselo de esta forma: El reloj no funciona si está en la sombras, pues fue hecho para permanecer en la luz, ¿Cree usted que las sombras son algo provechoso en la vida del creyente? Pues tampoco lo son.  
La luz que Jesús pueda darnos es llamada por Él mismo, como “la luz de vida”, en otras palabras una luz que puede vivificar la existencia humana. Y la frase está en contraposición de “no andará en tinieblas”. Es como si dijera: “no andarás errante, perdido o sumido en oscuridad”.
Cuando nos entregamos al pecado y por ende nos rebelamos en desobediencia delante de Dios; nos alejamos de la fuerza que hace que nuestra espiritualidad sea funcional; en otras palabras, las sombras nos hacen inútiles para Dios, pues no fuimos diseñados para estar en ellas.

El otro peligro que afecta al cristiano, es el recurrir a “fuentes de luz artificiales”. Como le conté anteriormente, cuando trataba de cargar mi reloj con luz artificial, no funcionaba igual. Es como si la luz de una lámpara no tuviera la fuerza para recargarlo. De la misma forma pasa, cuando el cristiano cree poder reemplazar la fuerza que Jesús pueda darle, con cualquier otra fuente. Sencillamente nada puede reemplazar, la fuente de luz natural por una imitación. El Dalai Lama, Buda, Alá, la cienciologia o incluso Maradona (¡increíble que alguien pueda considerarlo una divinidad!). Ninguno podrá nutrir de fuerza y energía, una espiritualidad que solo puede alimentarse de la fuente de vida, que es Jesús. Las demás fuentes de energía simplemente no pasan el control de calidad.

Creo que si permaneciéramos más tiempo contemplando la grandeza de Dios y recibiendo de Él su fuerza, tendríamos la energía para que la inclemencia de los tiempos en que vivimos, no nos pasara factura. Busquemos la luz que puede nutrirnos, busquemos la luz que puede vivificarnos: “La luz de vida”.