lunes, 25 de octubre de 2010

El guardarropa del cuerpo

Recuerdo mi guardarropa cuando era adolescente. Pienso que una película de Indiana Jones, debió haber sido inspirada dentro de ese inframundo, pues era toda una aventura adentrarse en él. Para buscar una camisa; había que iniciar una peligrosa expedición por las montañas de calcetines; y las pilas desordenadas de zapatos; amontonados en un perfecto desorden. Pienso que ni el doctor Jones, hubiera podido sobrevivir a semejante habitad de desorden salvaje.
¿Por qué les cuento las crónicas de mi guardarropa adolescente? Pues creo que la naturaleza caótica, desordenada y saturada de mi guardarropa, se asemeja mucho a nuestra mente y la cantidad de pensamientos que amontonamos en ella.

La mente es un órgano maravilloso. Desde que nacemos, inicia un almacenamiento de información basado en las experiencias. Los sentidos nos estimulan y esas experiencias percibidas a través de los ellos, son guardadas en una especie de guardarropa gigante. Sabemos cómo es el olor de la tierra con las primeras lluvias, el sabor de un buen café, la textura de la seda; gracias a que nuestros sentidos los perciben y nuestra mente recolecta y almacena esa información.

Lo que sucede con este enorme guardarropa, es que tenemos secciones, para la ropa sucia, las camisas arrugadas y los zapatos viejos. En otras palabras; nuestra mente almacena muchas cosas que no deberían estar ahí. Cosas que no son de provecho y que nos daría vergüenza, que los demás supieran que guardamos. Como los zapatos mal olientes o los calcetines sucios. Así son nuestros malos pensamientos. Y como cualquier calcetín sucio o zapato viejo es necesario desecharlo.

“Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.”
Filipenses 4:8

En este versículo, el apóstol Pablo nos dice en que debemos ocupar nuestra mente. Pienso que es la forma de poner orden en nuestro guardarropa mental. Eliminar lo viejo, lavar lo sucio, planchar lo arrugado, ordenar lo desordenado y hacer campo para lo que realmente nos es útil. Es como suelen decir algunos: “Una mente sana es una vida sana”.

Otro aspecto que recuerdo de mi guardarropa, es que tendía a atesorar cosas que consideraba indispensables. Recuerdo una camisa vieja toda agujereada que usaba para dormir. Unos jeans gastados que según yo, me hacían lucir rebelde y una camisa de los Rolling Stones, que creía me identificaba como un legítimo rockero. Lo cierto del caso es que, a la luz de cualquier criterio racional, esos tan preciados artículos no eran más que basura; y por lo tanto ya no debían estar ahí. Es lo mismo que Pablo nos esta diciendo en Filipenses: “Asegúrese de guardar en su mente solo lo que realmente valga la pena”. Y para esto nos da un listado de aquellas cosas, que conviene guardar en nuestro armario: “…todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.”

Nuestras mentes muchas veces están llenas de pensamientos innecesarios, impropios y desagradables a los ojos de Dios. Y requiere una labor de limpieza exhaustiva por nuestro propio bien. Debemos eliminar todo lo innecesario y repulsivo. Dios merece una mente en donde se le rinda honor. Así que piense por un segundo la siguiente pregunta: ¿Estoy dando honor a Dios y al cristianismo que profeso, con mis pensamientos?

¿Qué pasó con mi guardarropa? Pues la adolescencia no es para siempre, como tampoco las madres son eternamente tolerantes al desorden. Una auditoria rigurosa de mi madre al temido inframundo de mi guardarropa, fue suficiente para instaurar la siguiente norma: Todos los días debía ordenar mi closet, lavar la ropa sucia, planchar las camisas arrugadas y sacar lo que no ocupara”. Quiero hacer énfasis en la frase “Todos los días”. Creo que eso te da una pista de lo que debes hacer con tus pensamientos. ¡De verdad que las madres son sabias!

martes, 19 de octubre de 2010

La Paz de Dios

Me resulta curioso que se hable tanto de la paz hoy en día. Se idealiza un estado de paz mundial, otros hablan de paz interior y se dan premios nobel sobre ella. Hasta se le ha encontrado un animal que la represente (la paloma blanca con una rama de olivo). Pareciera que la sociedad sabe mucho acerca de la paz. Pero si es así, ¿Por qué hay tantos que no pueden sentirla? Se habla tanto sobre la paz, pero se nos olvidó como era

“Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.”
Filipenses 4:6-7
Es claro que cuando leemos este versículo, nos sentimos identificados con la palabra “afán”.  La palabra en griego que utiliza el apóstol Pablo es “merimnao” que literalmente puede ser traducida como preocupación. Así que las preocupaciones nos roban la paz. Y el problema de esto es que todo nos preocupa en estos días. Dinero, éxito, relaciones, seguridad, todas estas cosas nos preocupan - o la falta de ellas - Si tenemos poco dinero, nos preocupa el conseguirlo; si tenemos mucho dinero nos preocupa el mantenerlo. Si no tenemos éxito, nos preocupa pasar por fracasados en la vida. Si no tenemos una relación, nos preocupa la soledad; y si la tenemos nos preocupa que nos rompan el corazón; si ya nos lo rompieron nos preocupa el volver a ser felices. Nos preocupan los amigos y los enemigos, a los amigos mantenerlos y a los enemigos hacerles frente. Como puede ver, el ser humano ha encontrado la cualidad de preocuparse por la misma vida. Todas estas cuestiones son parte de estar vivo, así que el hombre ha logrado perturbarse por todo lo relacionado a su misma existencia.

Por tal razón la sociedad ha idealizado la paz y ha sido incapaz de alcanzarla, pues las preocupaciones que nos roban la paz, están en nuestro interior. Tampoco son una percepción de la mente como algunos podrían decir. Las preocupaciones son reales, por tanto no se trata de la forma en que las veas, sino de la forma en que lo afrontas.

El versículo de Filipenses 4:6 nos muestra que debemos hacer con las preocupaciones: “sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios, en toda oración y ruego”. Resulta ser bastante práctico si lo piensa bien; pues la premisa es esta: “Si algo le preocupa, dígaselo a Dios”. La acción es sencilla por lo siguiente: Si hay alguien que sabe arreglar problemas y quitar preocupaciones, ese es Dios.
También el versículo menciona un diminuto aspecto, que resulta ser enorme en importancia. Pablo dice que las peticiones deben hacerse “con acciones de gracias”. ¿Por qué? Aunque Dios esta dispuesto a escuchar nuestras preocupaciones, también le interesa nuestro agradecimiento por lo bueno que hemos recibido. Te preocupa tu trabajo; esta bien que pidas por él, pero también acuérdate de dar gracias porque tienes uno. Te preocupa la seguridad, es bueno orar por ella, pero también da gracias por todas las veces en que Dios te ha guardado. Lo que trato de decirte, es que no te enfoques solo en la preocupación, sino también agradece por las veces en que Dios, ha hecho que no tengas de que preocuparte.

Por último quiero resaltar la virtud que tiene Dios para darnos de su paz, no porque la merezcamos, sino porque Él es fiel con aquel que le es obediente
“Jehová guardará en completa paz a aquel cuyo pensamiento en Él persevera…”
Isaías 26:3
¡Y vaya que es valiosa esa paz que Dios promete! Piensa en todas esa noches de desvelo, preocupado por una infinidad de situaciones que no puedes cambiar. ¿Cuánto habrías dado por un poco de paz? ¿Cuánto daría el mundo por esa clase de paz? No solamente un símbolo en forma de paloma, ni una quema pública de armas, no solamente una falsa percepción social; de un país sin ejercito como icono de paz (aunque en la realidad seamos una sociedad violenta); sino una paz verdadera, una tranquilidad interior, cimentada en una sana conciencia y una fe genuina.

Se nos dice que esta paz “sobrepasa todo entendimiento”. He visto enfermos terminales tener paz. He visto a muchos golpeados por la muerte, la tragedia y la injustica; y aun así gozar de una paz que nadie puede explicar, porque se sobrepone a pesar de las circunstancias más difíciles. Una paz tan poderosa que puede guardar del sufrimiento y el dolor a quien la posea. Una paz que guarda corazones y pensamientos; y que es real, aunque el mundo no sepa nada de ella.

La paz de Dios. ¿Sabes de lo que hablo? ¿Qué estas esperando para vivirla? 

lunes, 11 de octubre de 2010

Ver para creer

La Duda. Si me dieran una moneda cada vez que he dudado, seria rico. Lo que más me molesta de ella, es como se entromete en cada aspecto de nuestra vida. Si tuviera que describir la duda de alguna forma, sería como un aguafiestas.  Permítame explicarle: Cuando era niño muy a menudo me arruinaban las sorpresas: Que no existe la cigüeña, el niño Dios no te trae regalos; ni tampoco los reyes magos, no existe el ratón de los dientes,  ni San Nicolás vestido de rojo; con un saco de obsequios en navidad. Como ven entre los tres y los siete años, recibí bastantes malas noticias. Suficientes baldes de agua fría a tan corta edad. Y eso es precisamente lo que para mi representa la duda. Quieres creer en algo, pero hay un aguafiestas interior que te echa a perder la sorpresa.

Lo que hace este aguafiestas es cuestionar. ¿Qué cuestiona? Absolutamente todo. ¿Cómo lo hace? Te dice que lo que esperas o deseas, es imposible a la luz de la realidad. Y con ese argumento basta para echar abajo nuestro ánimo y esperanza. La duda siempre va a querer satisfacer sus cuestionamientos con la búsqueda de hechos objetivos, pues por eso precisamente es “duda”; porque no puede creer con simpleza, así que;  siempre tratará de sabotear la fe.  ¿Cómo lo se? Porque ya ha pasado antes.

“Pero Tomás, uno de los doce, llamado Dídimo, no estaba con ellos cuando Jesús vino. Le dijeron, pues, los otros discípulos: Al Señor hemos visto. El les dijo: Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré.
Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás. Llegó Jesús, estando las puertas cerradas, y se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros. Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.
Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío!
Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron.”
Juan 20:24-29
Pienso que no podemos ser tan duros con Tomás, al fin y al cabo, nosotros hacemos lo mismo con Jesús todos los días. Se nos dice que Él vive y que busca relacionarse con nosotros y que aun hace milagros; y ¿Qué hacemos nosotros? Al igual que Tomás decimos: “Ver para creer”.
Y ¿Qué es lo que Tomás necesita ver? Tomás quiere ver hechos concretos. Él sabe que la historia que le acaban de relatar sus amigos, suena más a fantasía que a realidad, así que elabora su lista de requisitos:
1. Quiero ver las manos traspasadas por los clavos.
2. Quiero poder meter su dedo en el lugar donde estuvieron los clavos
3. Quiero meter su mano en el costado traspasado por la lanza.

Si lo piensa bien, Tomás estaba poniendo condiciones para poder creer. En otras palabras Tomás dice: “Si ustedes quieren que yo crea, va a ser a mi modo y bajo mis reglas”.  Ahora te pregunto: ¿Crees que Dios responde a exigencias y caprichos personales? Te voy a dar una pista: Dios no es nuestro mandadero espiritual. He escuchado a personas decir: “Si Dios es realmente Dios, debería poder hablarme de la manera en que yo lo requiero”.  A otros he escuchado decir: “Si Dios es todopoderoso, ¿por qué no me da lo que le he pedido?”.  Si lo piensa detenidamente es absurdo que un simple mortal quiera dictarle pautas al Dios eterno e infinito. Deberíamos ser más cautos al hablar, pues Dios no nos debe nada.

Resulta algo contradictorio que Tomás, habiendo visto a paralíticos caminar; mudos hablar; sordos escuchar; ciegos ver; muertos resucitar, terminara diciendo “Si no veo no creo”. Había pasado tres años viendo lo imposible ser posible ¿acaso era mucho pedir un poco de fe?

Me gusta mucho el desenlace de esta historia, pues Tomás pensó que había sido muy astuto, al pedir una lista de requisitos imposibles como prueba de fe. Pero el Dios de los imposibles le cumplió su deseo: “¿Así que quieres hechos concretos?, ven acá, pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado… ¿Qué tan concretos te parecen estos hechos?”

Deberíamos acallar más a menudo la voz de ese aguafiestas. Milagros podríamos ver si apartáramos la duda y tuviéramos fe.  Jesús no solo mostró sus heridas a Tomás, sino que le abrió los ojos espirituales, a la necesidad de tener fe siempre. Y lo mismo que dijo entonces, nos lo repite todos los días: “No seas incrédulo, sino ten fe”.

lunes, 4 de octubre de 2010

Afligidos tal vez; avergonzados ¡Jamás!

A lo largo de mi vida Cristiana, he conocido a muchos que en algún momento creyeron en Jesús. Tiempo después por diversos motivos abandonan su fe. He visto a tantas personas entrar y salir de la iglesia.
Algunas ocasiones que me he encontrado con estas personas; y hemos tenido la oportunidad de hablar, me han comentado la diversidad de razones del por qué su fe se ha extinguido. Me han hablado de hipocresía en las personas de la iglesia, falta de tiempo, que la vida en el mundo es más placentera; y la vida del cristiano demasiado difícil. En fin, lo cierto de esto es que no todos perseveran.

Muchas de las razones las entiendo, es cierto que en la iglesia hay muchas personas de doble ánimo, que no son precisamente espirituales; y su actitud mundana afecta la fe de algunos que tratan de creer. Es cierto que para tener una relación genuina con Dios se necesita tiempo. Como es normal de cualquier relación. Si has de estar con Dios, debes hacer espacio en tu agenda para hablar con Él y escuchar lo que Él tiene que decir.
También es cierto que el mundo ofrece entretenimiento y placer; y muchos optan por ese camino. Por la simple razón que es un camino fácil y no requiere ningún esfuerzo más que el dejarse llevar. La vida cristiana es difícil, la gente te etiqueta de obtuso, retrogrado, aburrido y legalista; entre otras cosas. No falta el que se burle de ti y quiera ridiculizar tu fe. Te discutirán todo, te cuestionaran todo, examinaran cada cosa que hagas y digas; y si por error resbalas nunca faltaran dedos que te acusen de hipócrita. Muchos buscaran siempre el error y te lo recordaran siempre que sea posible. Así que no es un camino de rosas precisamente.

Aunque entiendo las razones, nunca podré justificarlas. Pues, ¿Qué puede ofrecernos este mundo, para poder mejorar lo que Dios nos ha prometido? Es duro perder a tus amigos a causa de tu fe (Créame que me ha pasado). Es duro que se burlen de ti por negarte a hacer lo que todos los demás hacen. Es duro ir contra la corriente. Pero los que hemos escogido a Jesús, hemos visto como Él ha suplido todo lo que; por nuestra fe; hemos perdido. Y no bastándonos con esto, encontrando en Jesús todo cuanto habíamos buscado, queremos compartirlo con todos. Es por esto que puedo entender la razón por la que muchos le dan la espalda a Jesús, pero nunca compartiré que valga la pena más claudicar, que perseverar en la fe.

“No me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación de todo aquel que cree, del judío primeramente y también del griego.”
Romanos 1:16
Estas palabras del apóstol Pablo son un verdadero aliento, para los que de alguna u otra forma hemos sufrido el desprecio por nuestras creencias. Es una invitación a continuar. Entendiendo que el evangelio que predicamos y en el cual creemos, es poderoso para salvar a todos los que en él hemos depositado nuestra fe. Así que, afligidos tal vez; avergonzados ¡jamás!

“He perdido a todos mis amigos en la escuela. Ahora que comencé a practicar lo que predico, ellos se burlan de mí [...].
No me voy a disculpar por hablar en el nombre de Jesús. Lo soportaré. Si mis amigos se convierten en mis enemigos, por estar con mi mejor amigo, Jesús, está bien para mí [...].
No voy a ocultar la luz que Dios puso en mi, Si tengo que sacrificarlo todo, lo hare.”
Rachel Scott
Asesinada en la secundaria básica Columbine
20 Abril 1999
Muchos han dado todo, por el evangelio que algunos desprecian y otros abandonan. Me pregunto, si Dios pusiera en una balanza a aquellos que claudican de la fe; y en el otro extremo a alguno de los miles de mártires, que han perdido todo por la causa de Cristo ¿Quién crees que heredará la vida eterna?
Si yo fuera de aquellos que abandonan la fe, pensaría seriamente en esto