lunes, 10 de octubre de 2011

El Muro


Imagina que eres parte de una gran multitud de personas, que están frente a una muralla. Solo dentro de la muralla hay salvación de una gran destrucción que se avecina, por lo que miles de personas intentan entrar para estar protegidos. La muralla es enorme, totalmente infranqueable; demasiado alta para ser escalada y demasiado fuerte para ser derribada.  Todos intentan por sus propios medios entrar para estar a salvo. Un hombre bala intenta dispararse a sí mismo con un cañón por encima de la muralla, otros construyen una escalera, algunos cavan un túnel, otros golpean la muralla con piedras, tratando inútilmente de abrir una brecha. Los más intelectuales se han reunido y han concluido que al cabo de seis mil años, podremos evolucionar de tal forma que saltaremos la muralla. También hay un grupo de filósofos que piensan que la muralla no existe en realidad, sino que es una barrera psicológica que hay que vencer; y que cada ser humano tiene el poder en sí mismo para vencerla. ¡Que absurdo! — Piensas para tus adentros — ¡Nunca podrán lograrlo! Todos estos intentos o ideologías no están mejorando en nada nuestra condición. La destrucción se avecina y nadie tiene la respuesta, solo un montón de intenciones que no conducen a ningún lado. La única diferencia entre tu y el resto de soñadores, es que ellos no saben que sus esfuerzos para nada sirven; tu en cambio;  te has dado cuenta que no hay forma de traspasar la muralla, que no hay forma de salvarse por medios que conozca el hombre.

Entonces te percatas que hay una pequeña puerta abierta en la muralla y un hombre de túnicas blancas llamando a todos a pasar por ella. “Oigan todos” — dice el hombre — “Hay una puerta por donde pueden entrar”. Entonces te preguntas “¿Cómo es que nadie se ha percatado de esta puerta?” “¿Cómo es que nadie ha escuchado la voz de este hombre?”. Te acercas tímidamente a la puerta, y el hombre te sonríe. “Bienvenido” — dice el hombre — “Hace tiempo esperaba que escucharas mi llamado”. ¿Quién eres? — preguntas — ¿Por qué nadie ha venido a la puerta? ¿Por qué nadie ha escuchado que llamas? “Mi nombre es Jesús” — contesta el hombre —  “Yo soy el que llama a la puerta. Una puerta que lleva más de dos mil años abierta, pero ellos nunca escuchan. Mira al hombre bala, no sabe que sus medios solo lo llevaran al estrellarse contra el muro. Considera a los que construyen la escalera, llevan siglos construyéndola y nunca es lo suficientemente alta. Observa el túnel que esos otros intentan cavar, muchos han muerto sepultados y aún así no se detienen. Mira a los intelectuales — continuó el hombre — unos dicen que hay que esperar a que al hombre le salgan alas de forma espontanea y otros aún piensan que la muralla no existe. ¿Acaso esa es la más alta expresión de la lógica humana? Todos están tan ocupados en encontrar un camino que los salve, que no se dan cuenta que el camino ya esta hecho y que la puerta ya fue abierta. Todos están tan ocupados tratando de hacer algo, que no se han dado cuenta que no es necesario hacer nada; pero han escogido escuchar su propia voz en lugar de escuchar la mía.

Querido lector, la realidad de la existencia humana, es que todos estamos frente a esa muralla, pero la gran mayoría ha decidido que puede hacer algo para salvarse a sí mismo. La religiosidad que hay en nosotros nos dice que aunque Jesús murió por nosotros y nos ha regalado la salvación, aún así debemos hacer algo adicional. Somos como el hombre bala o los constructores de escaleras. Nos gusta pensar que si somos un poco menos malos Dios nos hará el favor de perdonarnos, cuando la realidad es que fuimos tan perversos, que Dios mismo tuvo que bajar a la Tierra y morir en una cruz, para pagar el precio de toda nuestra maldad. Compare su escalera religiosa o su intento de hombre bala, con la salvación tan grande que Él nos ha provisto. El perdón ya fue dado, la puerta ya fue abierta, sin tan solo tuvieras la fe en Jesús de que Él ya te perdonó. Si tan solo escucharas su voz que su obra fue suficiente para rescatarnos.
Nada de lo que puedas hacer dentro de la religiosidad que aún nos atrapa, podrá sustituir el camino que Él nos hizo al Padre y la puerta que Él nos abrió para que tuviéramos vida eterna.

“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.”
Efesios 2:8-9