lunes, 13 de diciembre de 2010

Bienvenido

Hace unos días, tuve la oportunidad de conocer a mi hermosa sobrina recién nacida. ¡Vaya que es una experiencia maravillosa tenerla en brazos! Durante nueve meses, toda la familia había estado esperando con ansias su nacimiento. Así que todos procuramos estar ahí, el día que hiciera su aparición en este mundo. Mientras la pequeña Isabella dormía plácidamente en brazos de su mamá, toda la habitación se regocijaba con su llegada. Si usted ha vivido un nacimiento, entiende perfectamente de lo que estoy hablando. La ternura que evoca el nacimiento de un ser amado, envuelve el ambiente.
Es por eso que hoy entiendo el nacimiento de Jesús con una nueva y diferente perspectiva:

“Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño. Y he aquí, se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor; y tuvieron gran temor. Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor. Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre. Y repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios, y decían: ¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!”
Lucas 2:8-14
Si toda mi familia había esperado con ansias durante nueve meses a Isabella, imagínese solamente las ansias con que esperaba el pueblo judío al Mesías. Isaías profetizó el momento del nacimiento de Jesús, hacía más de seiscientos cincuenta años.

Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel.
Isaías 7-14
El día que Jesús hizo su aparición en esta Tierra, era un motivo enorme de fiesta, celebración y alegría para todo el pueblo judío. El ansiado y esperado Mesías, había llegado. Aquel de quien se había predicho, salvaría a la nación y alumbraría al mundo con su justicia, hacía acto de presencia. Así de importante y esperado era Jesús, por lo que este momento descrito en Lucas, no era un momento cualquiera en la historia. Este no era un nacimiento aislado, no se trataba de cualquier ser humano, fue el momento histórico en que, el Dios eterno; inmortal y todopoderoso, escogió para venir y devolverle la esperanza a este mundo. ¿Ha visto lo frágiles y tiernos que son los bebes? Imagínese todo el poder y la gloria divina, depositada en un pequeño y frágil envase, envuelto en pañales y durmiendo inocentemente en un pesebre. La esperanza y luz de los hombres, totalmente dependiente, necesitado de baberos, chupones, chineos y arrumacos. Solo Dios pudo enviar un mensaje tan poderoso en una forma tan frágil: Esperanza en forma de inocencia.

Los nacimientos implican nueva vida; y eso es precisamente lo que Jesús vino a dar a los hombres. Traía consigo la misión de salvar a toda la humanidad, y esa es una buena razón para que toda la Tierra se regocije.

Mi familia celebra el nacimiento de un nuevo miembro, pero cuando Jesús nació, el cielo entero celebró. Miles de ángeles cantaban, aplaudían bailaban, saltaban. Simplemente el espectáculo era demasiado sublime. Una ovación de pie, para recibir al Señor de toda la creación. Unos magos del oriente vieron su estrella, unos pastores (los más humildes trabajadores de esa sociedad) recibieron la noticia. Nació rodeado de animales en un pesebre. No hubo lujos, no había un castillo que le recibiera como rey, es mas ni siquiera había campo en el mesón. No hubo una cama cómoda, una tarjeta de bienvenida, no había flores para Maria en la mesa de cama, ni globos con figuras de ositos. Pero si hubo una gran fiesta, ese día no hubo un solo ángel que guardara silencio. Todo el cielo cantó la más hermosa canción de cuna jamás cantada: “¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!”
¡Bienvenido al mundo, Salvador!

lunes, 6 de diciembre de 2010

Tan solo una simple oveja

“Y salió Jesús y vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas que no tenían pastor; y comenzó a enseñarles muchas cosas.”
Marcos 6:34
¿Por qué es que Jesús miraba a las multitudes como ovejas sin pastor? La verdad es que pocas personas piensan en esto, pero lo cierto es que recurrentemente en la Biblia, somos comparados a las ovejas ¿Sabe usted por que?
Permítame contarle un poco acerca de la oveja. Una oveja es un animal manso, no tiene cuernos como el carnero, así que no puede defenderse por sí misma. Es dócil, al punto que pueden ser llevadas al matadero sin protestar. Son presa fácil de las fieras del campo y de los ladrones. También son dependientes en casi todo el sentido. Necesitan de un pastor que las guie a pastar y a las aguas para poder beber. Necesitan ser protegidas de las inclemencias del tiempo, pues se asustan con las tormentas. Deben dormir en un lugar protegido llamado redil, y necesitan de constante vigilancia para preservarse. Les cuesta distinguir la topografía del terreno, así que pueden desbarrancarse sin saber que caminan a la muerte. Así que la figura de un pastor es esencial para la oveja. Llega a ser tan dependiente, que su vida depende de aprender a distinguir quién es su pastor, para poder confiar en él.

Quiero que entienda muy bien este punto, pues la oveja, en su poca capacidad de raciocinio, logra entender que lo único racional que puede hacer, es confiar en la guía de su pastor. Sin  el pastor, están desprotegidas, caminan sin rumbo, pueden perder el camino, no pueden encontrar pastos ni agua. En conclusión sin el pastor las ovejas perecen.

Como puede ver la oveja no puede hacer mucho por sí misma. Y por esto es que logro entender la ovejidad del ser humano delante de Dios. Y también entiendo por qué Jesús sentía compasión de las multitudes, que no tenían quien las guiara. Al igual que las ovejas sin pastor perecen, por su propia incapacidad, así también el ser humano perece espiritualmente sin la guía de Jesús:

“Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen”
Juan 10:14
Es reconfortante saber, que como oveja, soy cuidado por Jesús. Pues la figura de Jesús como pastor nos da seguridad. Al igual que un buen pastor cuida de su rebaño, así también Jesús, nos libra del camino peligroso (la falsa doctrina), nos guía a todo alimento espiritual (que es el conocimiento de su persona, por medio de la palabra), nos protege del ladrón y las fieras del campo (Satanás), Él es nuestro refugio en las tormentas (pruebas), para que no tengamos temor. Como puede ver el ser humano es indefenso espiritualmente en un mundo que le es desconocido. Y ahí la figura del buen pastor se erige como un alivio de la necesidad humana.
El otro aspecto que me da confianza acerca del fiel pastorado de Jesús, es su amor hacia los que han errado el camino. Aun cuando la oveja se ha extraviado, el buen pastor dejará todo con tal de encontrarla y traerla de regreso a su hogar.

“¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y se descarría una de ellas, ¿no deja las noventa y nueve y va por los montes a buscar la que se había descarriado? Y si acontece que la encuentra, de cierto os digo que se regocija más por aquélla, que por las noventa y nueve que no se descarriaron. Así, no es la voluntad de vuestro Padre que está en los cielos, que se pierda uno de estos pequeños.”
Mateo 18:12-14
Es asombrosa la compasión que el Maestro tenía hacia las multitudes. Él desea guiar al ser humano de vuelta a casa. No que se pierda, sino que todos procedan en arrepentimiento. La misma compasión que sintió por las multitudes, la siente hoy en día. El mismo amor por los perdidos y descarriados, lo siente hoy. Él sigue siendo el buen pastor, y desea que vuelvas a casa. Él te esta buscando. Recuerda que eres oveja y como tal dependes de Él para poder sobrevivir. ¿Estas escuchando su voz, llamándote hoy?

lunes, 29 de noviembre de 2010

Muy de mañana

Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba.”
Marcos 1:35

¿Le puedo confiar un secreto? Al igual que a la mayoría de las personas, me cuesta orar. No es que no tenga voluntad, o que no disfrute un buen tiempo con Dios, es solo que me cuesta hacer el espacio en mi agenda para poder hacerlo. En muchas ocasiones me ha vencido el sueno o la pereza, y desaprovecho la oportunidad de hablar con Él. Me imagino que a usted también le ha pasado, por lo que sabe de lo que estoy hablando.

Muchas veces he leído el capítulo uno del evangelio de Marcos, y pasado por alto el versículo treinta y cinco. Y recientemente Dios me ha hablado a través de este pequeño texto que solía obviar cuando leía. Puntualmente he aprendido tres enormes enseñanzas de este pequeño texto de tan solo diecinueve palabras. En este versículo vemos a Jesús haciendo lo que nosotros deberíamos imitar. Jesús no empezaba su día sin antes ir a hablar con el Padre. Esto le ayudaba a afrontar todo lo que se venía por delante. Tenía la fuerza para predicar el evangelio, sanar a los enfermos, echar fuera demonios y hasta resistir a los ataques de los escribas y fariseos.
Cuando todos dormían, Pedro roncaba y el sol no asomaba su luz, en ese momento, el Maestro se levantaba y hablaba con Dios. De esto podemos aprender mucho: Dios debería ser lo primero que esté en nuestra agenda, antes de iniciar nuestro día. El calor de la jornada y la exigencia del día, podemos afrontarla con Dios de nuestro lado.

Lo segundo que Jesús hizo fue alejarse al desierto para estar a solas. ¿Le ha pasado que cuando finalmente tiene tiempo para hablar con Él, ha encontrado miles de interrupciones? El trabajo, los niños, el ruido, nuestros propios pensamientos. Todos confabulan para romper la quietud que deseáramos. Jesús sabia de esto, a Él también le pasaba, durante el día, miles llegarían para que los sanara, para que les diera una palabra de aliento, sus discípulos demandarían atención; que les explicara lo que no entendían, los fariseos tratarían de hacerle caer. ¿Entiende lo que trato de decirle? Durante el día Jesús no tendría tiempo de hablar con el Padre, cuando el día avanza, hay demasiado ruido, demasiadas voces, demasiadas preguntas. Jesús necesitaba la calma del desierto, donde no hay voces, donde no hay nada, más que Él y Dios. Busquemos un espacio para estar a solas con Dios, busquemos nuestro desierto.

Y finalmente, lo tercero que aprendo de este pequeño versículo es que Jesús no se dejaba vencer ni por el sueño, ni por la pereza. Él era el Hijo de Dios, perfectamente pudo decir: “Un ratito mas de sueño, ayer sané a muchos enfermos, me merezco un descanso”. Pero gracias a Dios que no lo hizo, gracias a Dios que no es perezoso como muchos de nosotros.   

Si yo le dijera a mi esposa que tengo demasiado sueño, o que me da pereza hablar con ella, probablemente cuando regrese a casa después del trabajo, encontraría mi ropa en bolsas plásticas a la entrada de la casa. Y creo que con justa razón. Pero con Dios pensamos que las mismas actitudes son permisibles o entendibles. No podemos justificar nuestra pereza y holgazanería espiritual diciendo: “Mañana si lo haré, mañana tendré tiempo, mañana me esforzaré mas” cuando el que necesita de Dios eres tú y no Él de ti.

Lo cierto del caso es que cuando descubrí lo que estaba haciendo mal me sentí avergonzado. Dios solo guardó silencio… Que el momento de hablar con Él sea hoy, ahora, en este instante. Que sea una disciplina en nosotros, así como lo fue en Jesús.

lunes, 22 de noviembre de 2010

La luz que nos hace funcionar

Tengo un viejo reloj que me agrada mucho. No es un reloj costoso o elegante, es más, ni siquiera es bonito. Sin embargo tiene una característica muy interesante. Cuando lo compré me dijeron que no tenía batería, sino que contaba con un sistema que se recargaba con luz solar; así que mi buen reloj solo necesita de una sesión de bronceado al natural, y tiene energía para hacer su trabajo. Es tan buen reloj que hasta me enseña cosas curiosas como esta… Si lo sé, puede que este sobrevalorando mi reloj; y tal vez hasta exageré con eso de que me ensena cosas, pero me pareció muy útil el ejemplo.
La luz solar para este reloj es lo que le da la vida. Si lo guardo en las sombras, lejos de la luz, sus manecillas empiezan a caminar cada vez más lento y si no recibe su cuota de sol diaria, pues a la larga se detendrá.

Por último este reloj tiene otra característica muy peculiar: con tres minutos de luz solar, tiene energía suficiente para trabajar todo el día. Sin embargo necesita de más de una hora de luz artificial para cargar el mínimo de energía y se descarga con mucha facilidad, pues la energía no es de la misma calidad.
Como pueden ver es un reloj bastante peculiar. Y seguramente también puede ver por qué he aprendido tanto acerca de él.
La verdad es que la vida cristiana es muy similar a la forma en que funciona mi reloj. Y si cree que estoy abusando del ejemplo, le invito a leer lo que Jesús dice de sí mismo:


Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.”
Juan 8:12
Cada vez que nos alejamos de Jesús, nos empieza a pasar lo que a mi reloj cuando lo guardo en un armario, lejos de la fuente de su energía. Nuestra vida espiritual empieza a decaer, avanzamos cada vez más lento, hasta que nos detenemos totalmente. A propósito de esto, el fin máximo de Satanás, es que la vida del cristiano este en pausa; y de la misma forma que un reloj que no da la hora es inútil; así también es inútil el cristiano que por estar en las sombras, ha perdido la luz que lo energiza.

Piénselo de esta forma: El reloj no funciona si está en la sombras, pues fue hecho para permanecer en la luz, ¿Cree usted que las sombras son algo provechoso en la vida del creyente? Pues tampoco lo son.  
La luz que Jesús pueda darnos es llamada por Él mismo, como “la luz de vida”, en otras palabras una luz que puede vivificar la existencia humana. Y la frase está en contraposición de “no andará en tinieblas”. Es como si dijera: “no andarás errante, perdido o sumido en oscuridad”.
Cuando nos entregamos al pecado y por ende nos rebelamos en desobediencia delante de Dios; nos alejamos de la fuerza que hace que nuestra espiritualidad sea funcional; en otras palabras, las sombras nos hacen inútiles para Dios, pues no fuimos diseñados para estar en ellas.

El otro peligro que afecta al cristiano, es el recurrir a “fuentes de luz artificiales”. Como le conté anteriormente, cuando trataba de cargar mi reloj con luz artificial, no funcionaba igual. Es como si la luz de una lámpara no tuviera la fuerza para recargarlo. De la misma forma pasa, cuando el cristiano cree poder reemplazar la fuerza que Jesús pueda darle, con cualquier otra fuente. Sencillamente nada puede reemplazar, la fuente de luz natural por una imitación. El Dalai Lama, Buda, Alá, la cienciologia o incluso Maradona (¡increíble que alguien pueda considerarlo una divinidad!). Ninguno podrá nutrir de fuerza y energía, una espiritualidad que solo puede alimentarse de la fuente de vida, que es Jesús. Las demás fuentes de energía simplemente no pasan el control de calidad.

Creo que si permaneciéramos más tiempo contemplando la grandeza de Dios y recibiendo de Él su fuerza, tendríamos la energía para que la inclemencia de los tiempos en que vivimos, no nos pasara factura. Busquemos la luz que puede nutrirnos, busquemos la luz que puede vivificarnos: “La luz de vida”.

lunes, 15 de noviembre de 2010

Arrastrados por el viento

El día de ayer, miraba por la ventana un espectáculo algo inusual, y que seguramente la mayoría podría considerar extraño, que este espectáculo llamara mi atención. Era una mañana fría y ventosa; y en la calle había una bolsa plástica, que flotaba en el aire impulsada por el viento. La bolsa era arrojada por el viento en todas direcciones; caía al suelo, luego era arrastrada, volvía a elevarse y de nuevo era arrojada con violencia contra el suelo. Las ráfagas de viento, hacían de esta bolsa lo que querían. La verdad es que la escena me resulto llamativa; y para ser honesto (lo reconozco con algo de pena), no tenía nada más que hacer que ver por la ventana.

Pero mi ociosidad se volvió provechosa, cuando me puse a pensar en qué aplicación podía darle, a la escena que acababa de presenciar. Le resultará tal vez cómico cuando le diga, que me puse a imaginar qué pasaría si yo fuera esa bolsa llevada por el viento, pues me imagino que no debe ser nada agradable ser lanzado de un lado a otro, sin voluntad y sin criterio de nada.

“… ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo”
Efesios 4:14-15

Siempre he pensado que el cristianismo que se aleja de la verdad Bíblica, es arrastrado de un lado al otro de cualquier pensamiento o doctrina, que se disfrace de verdad. Puede ser fácilmente engañado, pues no ha cimentado su fe en algo verdadero; en algo que sea lo suficientemente firme para que nunca sea conmovido.

Cuando vi a esa bolsa de plástico ser arrastrada por el viento, recordaba a muchas personas, que por su falta de criterio Bíblico, son engañadas por doctrinas que a simple vista parecen confiables, pero cuando se analizan a la luz del criterio de Dios resultan ser falsedad. En la actualidad, cuando hablo con las personas, las escucho abordar muchos temas e ideologías que se sincretizan en sus cabezas; y generalmente terminan preguntado de forma retórica ¿En que tengo que creer? Como si la fe fuera un asunto de creer ciegamente. La verdad más reveladora acerca de la fe, es que tiene fundamento. Esto es que la fe tiene un ancla que nos hace estar firmes, cuando la tempestad y los vientos agitan el ambiente. Y esa ancla es Cristo. El fundamento de nuestra fe y fuente primordial de toda verdad es Cristo.

Jesús es el pensamiento ideológico y filosófico más elevado. Su figura y su existencia es tan trascendental en la historia humana, que dividió la línea del tiempo en antes de Cristo; y después de Cristo. Aun lo escépticos y ateos se ven forzados a utilizar este criterio, para referirse a la línea de tiempo histórica. Su obra fue perfecta y su trascendencia eterna. Y es sobre este Cristo que se fundamenta la fe.
La firmeza de una fe en Cristo, hace que cuando los vientos ideológicos de este siglo, arrastre a muchos de un lado al otro, los que confían en Él permanezcan como sujetados a una roca.

“Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina.”
Mateo 7:24-27
Hay tantas ideologías actualmente, que es fácil dejarse arrastrar. La imagen de la bolsa llevada por el viento ¿se te hace familiar? ¿En donde esta cimentada tu fe? 

lunes, 8 de noviembre de 2010

Vivir y Morir por Él


“Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos.”
Romanos 14:8

Hace unos días pensaba seriamente, en lo que esta declaración de fe del apóstol Pablo representa. La parte de vivir nos es fácil de digerir, pero la de morir no tanto. Hay algo en nuestra humanidad que nos dice: “Lo de vivir esta bien, pero lo de morir: ehhh, gracias, pero mejor paso”.

Estudiando un poco esta frase, me doy cuenta que fue muy representativa para la iglesia primitiva. Durante 300 años, miles de cristianos fueron martirizados por causa de su fe, bajo el imperio Romano. Miles murieron quemados, decapitados, devorados por las fieras o luchando en el coliseo.  Verdaderamente el mundo los odiaba por su amor a Jesús.
Pero no acabó ahí, sino que las persecuciones han perdurado a lo largo de la historia. Durante mas de 600 años, la inquisición se encargó de asesinar a cuanto creyente se opusiera, a las creencias anti bíblicas de la iglesia tradicional.  Nuevamente el dilema fue: “tú vida a cambio de tú fe”. Estos valientes de la antigüedad y de la edad media, entendieron la idea de darlo todo por la causa del cristianismo. Hombres de los cuales este mundo no era digno, con una fe a prueba de todo. (¡Y a muchos de nosotros se nos hace difícil, siquiera ir un domingo a la iglesia!)

Pero si estás pensando que esto ocurrió solo en años donde el barbarismo reinaba; y los derechos humanos no estaban presentes en la sociedad, pues te invito a echar un vistazo a la siguiente historia:

“A lo largo de la noche, los miembros de la familia de Haim se consolaron unos a otros. Sabían que solo les quedaban algunas horas de vida. Habían sido detenidos por soldados comunistas, al ser considerarlos enemigos de la revolución.
Fueron obligados a cavar sus propias tumbas; y antes de ejecutarlos, los soldados le permitieron a Haim y su familia hacer una oración. Los padres y los hijos se tomaron de las manos y se arrodillaron juntos cerca de la tumba abierta.
Durante la oración el hijo menor de Haim escapo velozmente y desapareció en el bosque. Por su parte Haim persuadió a los soldados que no persiguieran al chico, sino que le permitieran llamarlo para que regresara. Mientras la familia permanecía arrodillada el padre rogaba a su hijo para que regresara y muriera junto a ellos: “Piensa, hijo mío”, le decía en voz alta, “¿se podrá compara algunos días que le robes a la vida como fugitivo en ese bosque, con unirte a tu familia y ser libre en el paraíso?”
El chico regreso llorando.
Haim dijo a sus verdugos: “Ahora estamos listos para irnos”. Pero ninguno de los soldados se atrevió a matarlos.
Finalmente, llego un oficial que no había presenciado la escena, y disparo a los cristianos”
Camboya 1970
La voz de los Mártires

¿Qué fuerza impulsa a un ser humano, a entregar su vida a causa de lo que cree? Respuesta: Un ser humano que ha vivido por Jesús.
La mayoría de personas, nunca han considerado el morir por Jesús, porque nunca han comenzado a vivir por Él. Si has vivido para Él, negarlo cuando la muerte se acerca, no es una opción.

Tal vez nunca llegues a estar en una posición tan extrema como los ejemplos anteriores, pero créeme, si realmente eres cristiano, de alguna forma será probada tu fe. Y cuando ese momento llegue, piensa por un segundo lo siguiente: “Él tuvo que tomar esa decisión por ti, y no dudo en entregarlo todo para que vivieras”. Y tu, ¿Qué has entregado por amor a Él? ¿Tu familia te rechazaría si decides cambiar tu vida, para seguirle a Él? ¿Tus amigos quizás? Cuando sientas que el mundo te aborrece por causa de Jesús, recuerda que a Él lo aborreció primero. Si quieres mi consejo con respecto a como debes vivir tu fe en Jesús, lo único que puedo decirte es: “Vive de tal forma, que negarlo no sea una opción.”

lunes, 1 de noviembre de 2010

Sigueme

Era un día soleado y hermoso como de costumbre. Mathew se levantó temprano para ir a su trabajo, en el Ministerio Público de Recaudación Fiscal. Toma un desayuno ligero y lee el periódico. En las noticias han escrito sobre un predicador callejero, que se ha hecho muy popular entre los indigentes, drogadictos, prostitutas y ladrones, sin embargo las autoridades lo tildan de alborotador. Mathew lo ha visto varias ocasiones camino al trabajo y le ha parecido un hombre intrigante. Su predicación busca acercar a las personas a Dios; y dar esperanza a los que no tiene ninguna. Muchas veces ha querido detenerse y escucharlo por más tiempo, pero sus compañeros de trabajo lo presionan para que continúe su camino. Ellos piensan que es un fanático más. Uno de esos religiosos molestos, que sacan provecho de las personas, tal y como lo hacen los que salen en la televisión. Solo un hipócrita más con apariencia de piedad. Pero Mathew no esta convencido de ello. Pareciera que este hombre es diferente, hay bondad en sus ojos.

Se hace tarde para ir al trabajo, así que Mathew finaliza de un sorbo su café, cierra el periódico y toma el autobús que va al centro. Al llegar a su oficina, todos comentan sobre la noticia de este predicador callejero. Algunos se burlan llamándole loco, pero Mathew guarda silencio, se sienta en su escritorio y mira por la ventana hacia la calle. En su interior sigue inquietado por las palabras de este hombre. Si es un loco y fanático religioso, no lo sabe; lo único que sabe es que no puede sacarlo de su mente.

Mientras piensa en estas cosas, su jefe le interrumpe con una pila de declaraciones fiscales. Es momento de trabajar. Su trabajo: Revisar las declaraciones de impuestos de los ciudadanos. Su meta: Velar porque todos los ciudadanos, paguen hasta el último centavo que la ley establece. No es un trabajo muy agradable, pero alguien tiene que hacerlo.
Mathew no ama su trabajo, pero la paga es buena. Y es por la paga que puede darse los lujos de los que disfruta. Aunque las cosas que posee nunca le han dado felicidad. En su interior hay un vacío que ningún lujo puede llenar. Es por esto que tanto le han intrigado las palabras de este predicador. ¿Podrá haber esperanza para un alma vacía? Entre tantos formularios de impuestos por revisar en el día, tiene tiempo para meditar en esta pregunta.

Un golpe en la ventana interrumpe sus pensamientos, al voltear a ver quien lo llama, se percata que alguien lo mira fijamente desde la calle. Este predicador callejero que llaman Jesús lo esta mirando directo a los ojos, al tiempo que le dice: Sígueme. Su mirada es tan honesta y sus palabras tan dulces, que Mathew no puede negarse. A la verdad no quiere negarse, sino que dejando su pila de formularios de impuestos, sale de su oficina y le siguió.

“Después de estas cosas salió, y vio a un publicano llamado Mateo, sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme. Y dejándolo todo, se levantó y le siguió.”
Lucas 5:27-28

Pienso que al igual que Mateo, Jesús sigue haciendo la misma invitación. Sígueme. Es una orden que demanda acción. Sígueme hoy. Sígueme sin dudar. Sígueme y deja todo atrás.  No pido mucho solo tu vida, no pido más que tu obediencia. Puedes ser un recaudador de impuestos si quieres, pero si me sigues serás un recaudador de almas para mi reino. Puedes tomar notas minuciosas de lo que adeuda la gente, o puedes escribir mi evangelio. Sígueme y daré sentido a tu vida y paz a tu corazón.

Jesús sigue buscando a los que tienen su corazón dispuesto. Ese compañero de trabajo que te habla de Dios, puede ser la voz de Él. Ese mensaje que escuchaste en la radio, a lo mejor son sus palabras. Ese vecino, que todos los domingos lleva una Biblia en la mano a la iglesia; quizás Jesús te esta mostrando el camino. ¿Estas prestando atención? Tal vez Dios te esta diciendo algo. Puede ser que Jesús  te este haciendo una invitación. ¿Le seguirías?

lunes, 25 de octubre de 2010

El guardarropa del cuerpo

Recuerdo mi guardarropa cuando era adolescente. Pienso que una película de Indiana Jones, debió haber sido inspirada dentro de ese inframundo, pues era toda una aventura adentrarse en él. Para buscar una camisa; había que iniciar una peligrosa expedición por las montañas de calcetines; y las pilas desordenadas de zapatos; amontonados en un perfecto desorden. Pienso que ni el doctor Jones, hubiera podido sobrevivir a semejante habitad de desorden salvaje.
¿Por qué les cuento las crónicas de mi guardarropa adolescente? Pues creo que la naturaleza caótica, desordenada y saturada de mi guardarropa, se asemeja mucho a nuestra mente y la cantidad de pensamientos que amontonamos en ella.

La mente es un órgano maravilloso. Desde que nacemos, inicia un almacenamiento de información basado en las experiencias. Los sentidos nos estimulan y esas experiencias percibidas a través de los ellos, son guardadas en una especie de guardarropa gigante. Sabemos cómo es el olor de la tierra con las primeras lluvias, el sabor de un buen café, la textura de la seda; gracias a que nuestros sentidos los perciben y nuestra mente recolecta y almacena esa información.

Lo que sucede con este enorme guardarropa, es que tenemos secciones, para la ropa sucia, las camisas arrugadas y los zapatos viejos. En otras palabras; nuestra mente almacena muchas cosas que no deberían estar ahí. Cosas que no son de provecho y que nos daría vergüenza, que los demás supieran que guardamos. Como los zapatos mal olientes o los calcetines sucios. Así son nuestros malos pensamientos. Y como cualquier calcetín sucio o zapato viejo es necesario desecharlo.

“Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.”
Filipenses 4:8

En este versículo, el apóstol Pablo nos dice en que debemos ocupar nuestra mente. Pienso que es la forma de poner orden en nuestro guardarropa mental. Eliminar lo viejo, lavar lo sucio, planchar lo arrugado, ordenar lo desordenado y hacer campo para lo que realmente nos es útil. Es como suelen decir algunos: “Una mente sana es una vida sana”.

Otro aspecto que recuerdo de mi guardarropa, es que tendía a atesorar cosas que consideraba indispensables. Recuerdo una camisa vieja toda agujereada que usaba para dormir. Unos jeans gastados que según yo, me hacían lucir rebelde y una camisa de los Rolling Stones, que creía me identificaba como un legítimo rockero. Lo cierto del caso es que, a la luz de cualquier criterio racional, esos tan preciados artículos no eran más que basura; y por lo tanto ya no debían estar ahí. Es lo mismo que Pablo nos esta diciendo en Filipenses: “Asegúrese de guardar en su mente solo lo que realmente valga la pena”. Y para esto nos da un listado de aquellas cosas, que conviene guardar en nuestro armario: “…todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.”

Nuestras mentes muchas veces están llenas de pensamientos innecesarios, impropios y desagradables a los ojos de Dios. Y requiere una labor de limpieza exhaustiva por nuestro propio bien. Debemos eliminar todo lo innecesario y repulsivo. Dios merece una mente en donde se le rinda honor. Así que piense por un segundo la siguiente pregunta: ¿Estoy dando honor a Dios y al cristianismo que profeso, con mis pensamientos?

¿Qué pasó con mi guardarropa? Pues la adolescencia no es para siempre, como tampoco las madres son eternamente tolerantes al desorden. Una auditoria rigurosa de mi madre al temido inframundo de mi guardarropa, fue suficiente para instaurar la siguiente norma: Todos los días debía ordenar mi closet, lavar la ropa sucia, planchar las camisas arrugadas y sacar lo que no ocupara”. Quiero hacer énfasis en la frase “Todos los días”. Creo que eso te da una pista de lo que debes hacer con tus pensamientos. ¡De verdad que las madres son sabias!

martes, 19 de octubre de 2010

La Paz de Dios

Me resulta curioso que se hable tanto de la paz hoy en día. Se idealiza un estado de paz mundial, otros hablan de paz interior y se dan premios nobel sobre ella. Hasta se le ha encontrado un animal que la represente (la paloma blanca con una rama de olivo). Pareciera que la sociedad sabe mucho acerca de la paz. Pero si es así, ¿Por qué hay tantos que no pueden sentirla? Se habla tanto sobre la paz, pero se nos olvidó como era

“Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.”
Filipenses 4:6-7
Es claro que cuando leemos este versículo, nos sentimos identificados con la palabra “afán”.  La palabra en griego que utiliza el apóstol Pablo es “merimnao” que literalmente puede ser traducida como preocupación. Así que las preocupaciones nos roban la paz. Y el problema de esto es que todo nos preocupa en estos días. Dinero, éxito, relaciones, seguridad, todas estas cosas nos preocupan - o la falta de ellas - Si tenemos poco dinero, nos preocupa el conseguirlo; si tenemos mucho dinero nos preocupa el mantenerlo. Si no tenemos éxito, nos preocupa pasar por fracasados en la vida. Si no tenemos una relación, nos preocupa la soledad; y si la tenemos nos preocupa que nos rompan el corazón; si ya nos lo rompieron nos preocupa el volver a ser felices. Nos preocupan los amigos y los enemigos, a los amigos mantenerlos y a los enemigos hacerles frente. Como puede ver, el ser humano ha encontrado la cualidad de preocuparse por la misma vida. Todas estas cuestiones son parte de estar vivo, así que el hombre ha logrado perturbarse por todo lo relacionado a su misma existencia.

Por tal razón la sociedad ha idealizado la paz y ha sido incapaz de alcanzarla, pues las preocupaciones que nos roban la paz, están en nuestro interior. Tampoco son una percepción de la mente como algunos podrían decir. Las preocupaciones son reales, por tanto no se trata de la forma en que las veas, sino de la forma en que lo afrontas.

El versículo de Filipenses 4:6 nos muestra que debemos hacer con las preocupaciones: “sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios, en toda oración y ruego”. Resulta ser bastante práctico si lo piensa bien; pues la premisa es esta: “Si algo le preocupa, dígaselo a Dios”. La acción es sencilla por lo siguiente: Si hay alguien que sabe arreglar problemas y quitar preocupaciones, ese es Dios.
También el versículo menciona un diminuto aspecto, que resulta ser enorme en importancia. Pablo dice que las peticiones deben hacerse “con acciones de gracias”. ¿Por qué? Aunque Dios esta dispuesto a escuchar nuestras preocupaciones, también le interesa nuestro agradecimiento por lo bueno que hemos recibido. Te preocupa tu trabajo; esta bien que pidas por él, pero también acuérdate de dar gracias porque tienes uno. Te preocupa la seguridad, es bueno orar por ella, pero también da gracias por todas las veces en que Dios te ha guardado. Lo que trato de decirte, es que no te enfoques solo en la preocupación, sino también agradece por las veces en que Dios, ha hecho que no tengas de que preocuparte.

Por último quiero resaltar la virtud que tiene Dios para darnos de su paz, no porque la merezcamos, sino porque Él es fiel con aquel que le es obediente
“Jehová guardará en completa paz a aquel cuyo pensamiento en Él persevera…”
Isaías 26:3
¡Y vaya que es valiosa esa paz que Dios promete! Piensa en todas esa noches de desvelo, preocupado por una infinidad de situaciones que no puedes cambiar. ¿Cuánto habrías dado por un poco de paz? ¿Cuánto daría el mundo por esa clase de paz? No solamente un símbolo en forma de paloma, ni una quema pública de armas, no solamente una falsa percepción social; de un país sin ejercito como icono de paz (aunque en la realidad seamos una sociedad violenta); sino una paz verdadera, una tranquilidad interior, cimentada en una sana conciencia y una fe genuina.

Se nos dice que esta paz “sobrepasa todo entendimiento”. He visto enfermos terminales tener paz. He visto a muchos golpeados por la muerte, la tragedia y la injustica; y aun así gozar de una paz que nadie puede explicar, porque se sobrepone a pesar de las circunstancias más difíciles. Una paz tan poderosa que puede guardar del sufrimiento y el dolor a quien la posea. Una paz que guarda corazones y pensamientos; y que es real, aunque el mundo no sepa nada de ella.

La paz de Dios. ¿Sabes de lo que hablo? ¿Qué estas esperando para vivirla? 

lunes, 11 de octubre de 2010

Ver para creer

La Duda. Si me dieran una moneda cada vez que he dudado, seria rico. Lo que más me molesta de ella, es como se entromete en cada aspecto de nuestra vida. Si tuviera que describir la duda de alguna forma, sería como un aguafiestas.  Permítame explicarle: Cuando era niño muy a menudo me arruinaban las sorpresas: Que no existe la cigüeña, el niño Dios no te trae regalos; ni tampoco los reyes magos, no existe el ratón de los dientes,  ni San Nicolás vestido de rojo; con un saco de obsequios en navidad. Como ven entre los tres y los siete años, recibí bastantes malas noticias. Suficientes baldes de agua fría a tan corta edad. Y eso es precisamente lo que para mi representa la duda. Quieres creer en algo, pero hay un aguafiestas interior que te echa a perder la sorpresa.

Lo que hace este aguafiestas es cuestionar. ¿Qué cuestiona? Absolutamente todo. ¿Cómo lo hace? Te dice que lo que esperas o deseas, es imposible a la luz de la realidad. Y con ese argumento basta para echar abajo nuestro ánimo y esperanza. La duda siempre va a querer satisfacer sus cuestionamientos con la búsqueda de hechos objetivos, pues por eso precisamente es “duda”; porque no puede creer con simpleza, así que;  siempre tratará de sabotear la fe.  ¿Cómo lo se? Porque ya ha pasado antes.

“Pero Tomás, uno de los doce, llamado Dídimo, no estaba con ellos cuando Jesús vino. Le dijeron, pues, los otros discípulos: Al Señor hemos visto. El les dijo: Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré.
Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás. Llegó Jesús, estando las puertas cerradas, y se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros. Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.
Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío!
Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron.”
Juan 20:24-29
Pienso que no podemos ser tan duros con Tomás, al fin y al cabo, nosotros hacemos lo mismo con Jesús todos los días. Se nos dice que Él vive y que busca relacionarse con nosotros y que aun hace milagros; y ¿Qué hacemos nosotros? Al igual que Tomás decimos: “Ver para creer”.
Y ¿Qué es lo que Tomás necesita ver? Tomás quiere ver hechos concretos. Él sabe que la historia que le acaban de relatar sus amigos, suena más a fantasía que a realidad, así que elabora su lista de requisitos:
1. Quiero ver las manos traspasadas por los clavos.
2. Quiero poder meter su dedo en el lugar donde estuvieron los clavos
3. Quiero meter su mano en el costado traspasado por la lanza.

Si lo piensa bien, Tomás estaba poniendo condiciones para poder creer. En otras palabras Tomás dice: “Si ustedes quieren que yo crea, va a ser a mi modo y bajo mis reglas”.  Ahora te pregunto: ¿Crees que Dios responde a exigencias y caprichos personales? Te voy a dar una pista: Dios no es nuestro mandadero espiritual. He escuchado a personas decir: “Si Dios es realmente Dios, debería poder hablarme de la manera en que yo lo requiero”.  A otros he escuchado decir: “Si Dios es todopoderoso, ¿por qué no me da lo que le he pedido?”.  Si lo piensa detenidamente es absurdo que un simple mortal quiera dictarle pautas al Dios eterno e infinito. Deberíamos ser más cautos al hablar, pues Dios no nos debe nada.

Resulta algo contradictorio que Tomás, habiendo visto a paralíticos caminar; mudos hablar; sordos escuchar; ciegos ver; muertos resucitar, terminara diciendo “Si no veo no creo”. Había pasado tres años viendo lo imposible ser posible ¿acaso era mucho pedir un poco de fe?

Me gusta mucho el desenlace de esta historia, pues Tomás pensó que había sido muy astuto, al pedir una lista de requisitos imposibles como prueba de fe. Pero el Dios de los imposibles le cumplió su deseo: “¿Así que quieres hechos concretos?, ven acá, pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado… ¿Qué tan concretos te parecen estos hechos?”

Deberíamos acallar más a menudo la voz de ese aguafiestas. Milagros podríamos ver si apartáramos la duda y tuviéramos fe.  Jesús no solo mostró sus heridas a Tomás, sino que le abrió los ojos espirituales, a la necesidad de tener fe siempre. Y lo mismo que dijo entonces, nos lo repite todos los días: “No seas incrédulo, sino ten fe”.

lunes, 4 de octubre de 2010

Afligidos tal vez; avergonzados ¡Jamás!

A lo largo de mi vida Cristiana, he conocido a muchos que en algún momento creyeron en Jesús. Tiempo después por diversos motivos abandonan su fe. He visto a tantas personas entrar y salir de la iglesia.
Algunas ocasiones que me he encontrado con estas personas; y hemos tenido la oportunidad de hablar, me han comentado la diversidad de razones del por qué su fe se ha extinguido. Me han hablado de hipocresía en las personas de la iglesia, falta de tiempo, que la vida en el mundo es más placentera; y la vida del cristiano demasiado difícil. En fin, lo cierto de esto es que no todos perseveran.

Muchas de las razones las entiendo, es cierto que en la iglesia hay muchas personas de doble ánimo, que no son precisamente espirituales; y su actitud mundana afecta la fe de algunos que tratan de creer. Es cierto que para tener una relación genuina con Dios se necesita tiempo. Como es normal de cualquier relación. Si has de estar con Dios, debes hacer espacio en tu agenda para hablar con Él y escuchar lo que Él tiene que decir.
También es cierto que el mundo ofrece entretenimiento y placer; y muchos optan por ese camino. Por la simple razón que es un camino fácil y no requiere ningún esfuerzo más que el dejarse llevar. La vida cristiana es difícil, la gente te etiqueta de obtuso, retrogrado, aburrido y legalista; entre otras cosas. No falta el que se burle de ti y quiera ridiculizar tu fe. Te discutirán todo, te cuestionaran todo, examinaran cada cosa que hagas y digas; y si por error resbalas nunca faltaran dedos que te acusen de hipócrita. Muchos buscaran siempre el error y te lo recordaran siempre que sea posible. Así que no es un camino de rosas precisamente.

Aunque entiendo las razones, nunca podré justificarlas. Pues, ¿Qué puede ofrecernos este mundo, para poder mejorar lo que Dios nos ha prometido? Es duro perder a tus amigos a causa de tu fe (Créame que me ha pasado). Es duro que se burlen de ti por negarte a hacer lo que todos los demás hacen. Es duro ir contra la corriente. Pero los que hemos escogido a Jesús, hemos visto como Él ha suplido todo lo que; por nuestra fe; hemos perdido. Y no bastándonos con esto, encontrando en Jesús todo cuanto habíamos buscado, queremos compartirlo con todos. Es por esto que puedo entender la razón por la que muchos le dan la espalda a Jesús, pero nunca compartiré que valga la pena más claudicar, que perseverar en la fe.

“No me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación de todo aquel que cree, del judío primeramente y también del griego.”
Romanos 1:16
Estas palabras del apóstol Pablo son un verdadero aliento, para los que de alguna u otra forma hemos sufrido el desprecio por nuestras creencias. Es una invitación a continuar. Entendiendo que el evangelio que predicamos y en el cual creemos, es poderoso para salvar a todos los que en él hemos depositado nuestra fe. Así que, afligidos tal vez; avergonzados ¡jamás!

“He perdido a todos mis amigos en la escuela. Ahora que comencé a practicar lo que predico, ellos se burlan de mí [...].
No me voy a disculpar por hablar en el nombre de Jesús. Lo soportaré. Si mis amigos se convierten en mis enemigos, por estar con mi mejor amigo, Jesús, está bien para mí [...].
No voy a ocultar la luz que Dios puso en mi, Si tengo que sacrificarlo todo, lo hare.”
Rachel Scott
Asesinada en la secundaria básica Columbine
20 Abril 1999
Muchos han dado todo, por el evangelio que algunos desprecian y otros abandonan. Me pregunto, si Dios pusiera en una balanza a aquellos que claudican de la fe; y en el otro extremo a alguno de los miles de mártires, que han perdido todo por la causa de Cristo ¿Quién crees que heredará la vida eterna?
Si yo fuera de aquellos que abandonan la fe, pensaría seriamente en esto
                                                                                            

miércoles, 29 de septiembre de 2010

De gritos y alaridos

Hace unos meses regresaba de mi trabajo en autobús. Atorado en el tránsito, no podía más que esperar  y escuchar. ¿Qué escuchaba? La verdad hubo algo que llamó mi atención. Y era que el chofer sintonizaba algún tipo de emisora de radio religiosa. Era obvio que el chofer estaba muy entusiasmado con lo que se decía en la radio. Cantaba cada canción, decía “amen” y “aleluya” a cada frase que le agradaba. Les puedo asegurar que después de un tiempo, no solo yo prestaba atención a la escena, sino que todos los pasajeros observaban lo que ocurría.
Transcurridos algunos minutos de canciones y citaciones bíblicas, un predicador encargado de un tiempo de oración radial, comenzó a hablar. Luego de hacer una lectura bíblica, y una meditación personal del pasaje (erróneamente interpretado, debo decir), inició su tiempo de oración. La verdad no sé si llamar oración lo que estaba escuchando, pues lo cierto es que levantaba la voz, casi al punto de gritar. Prometía que milagros iban a ocurrir y que solo había que tener fe.

No es que esté en contra de lo que el predicador decía. Creo que Dios puede hacer milagros, y que la fe es necesaria para ver la mano de Dios obrar. Lo que si me molestaba era la forma en que lo hacía. De hecho llegue a sentir vergüenza. Luego de unos pocos minutos de oración, todos los pasajeros del autobús comentaban y hacían gestos de incomodidad de la situación. Todo el autobús escuchaba los gritos que decían: ¡Recibe tu milagro ahora! Adornando la frase con muchos “aleluyas” y uno que otro “amen”. Otras palabras rebuscadas de contexto netamente religioso tales como “unción” y “Gloria de Dios”, eran usadas con frecuencia. “¡La unción de Dios esta aquí!” o “¡La Gloria de Dios desciende en la cabina de la radio!”. Queriendo sonar espiritual, para los demás se escuchaba ridículo y molesto.

A todo esto pienso: Teniendo el mensaje correcto, se ha hecho un espectáculo, que ha resultado incomodo para los no creyentes. Lo primero que pensé después de escuchar esa situación fue: ¿Cómo percibe la gente a los cristianos? Como personas ejemplares, o como fanáticos religiosos casi al punto de la locura ¿Acaso el cristiano debe parecer un lunático para mostrar espiritualidad? Gritar y llenar los mensajes de palabrería santurrona que ningún no creyente entendería, o un evangelio claro; entendible y agradable a los oídos de las personas. Sin religiosidad, solamente con sencillez.

Pienso que muchos ministros han perdido la perspectiva de cómo presentar el evangelio a los que no conocen de Jesús. Por lo que me pregunto: ¿Cómo lo haría Jesús?

“Jesús le enseñó todo esto a la gente por medio de ejemplos y comparaciones, y sólo así les enseñaba. De esa manera, Jesús cumplió lo que Dios había dicho por medio del profeta:
    "Hablaré a la gente por medio de ejemplos, y contaré cosas que Dios ha tenido en secreto desde que hizo el mundo".”
Mateo 13:34-35 «Versión Lenguaje Sencillo»

Jesús empleó una de las formas literarias más sencillas y fáciles de entender. Él no pretendía adornar sus mensajes, sino simplemente presentarlos de tal forma que las personas los pudieran entender. Revelar una verdad divina de una forma simple, fue la forma que Jesús escogió. No me imagino al Maestro (Con justa razón fue llamado así) gritando y haciendo todo un show. No puedo imaginarlo usando palabras rebuscadas con significados complejos. Y la razón por la que no puedo imaginarlo es porque Él nunca hizo así. No obró de esa forma antes y no lo hace así ahora.

Si hemos de aprender algo de Dios, debemos procurar trasmitirlo a los demás, de la forma en que les sea más fácil entender y aceptar. El evangelio no necita de nada ni de nadie para lograr su cometido. No hace falta un show de alaridos y plegarias sazonadas. Solamente ser expuesto tal cual es. Y nosotros como representantes de ese evangelio, seamos cristianos pensantes y coherentes. No lunáticos estridentes, pues se trata de presentarles a Cristo a las personas, no ahuyentarlas.

sábado, 25 de septiembre de 2010

Una noticia que valga la pena saber

Si le pasa igual que a mí, no le dan ganas de ver o leer noticias. Cada vez que lo hago, veo que los gobernantes son corruptos, la sociedad es violenta y las finanzas están en crisis. La noticia más positiva del día, es que mi equipo de fútbol ha empatado en un partido mediocre. ¡Vaya escenario tan alentador!

Lo cierto del caso es que esta sociedad actual deja muy poco que ver, o al menos pocas ganas de ver en lo que se ha convertido. Me pregunto si nuestros antepasados, creerían lo que vivimos hoy si pudiéramos contárselo. ¿Cómo es que llegamos a esto? ¿Cómo podemos hacer para cambiar?

“Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.”
2 Crónicas 7:14

Siempre he pensado que no hay una fórmula mágica para lograr las cosas. Todo obedece a un orden lógico y aun esfuerzo legitimo. Esta hermosa promesa ubicada en el segundo libro de Crónicas, nos muestra que sí es posible tener un mejor lugar para vivir, pero el pueblo de Dios necesita hacer algo al respecto. Es posible resurgir, pero no lo podemos hacer solos. Necesitamos involucrar a Dios. Tenemos que dejar de darle la espalada al único que puede sacarnos del lodazal en el que nos estamos hundiendo.

El camino para resurgir se compone de cuatro acciones: Humillarse, orar, buscar el rostro de Dios y convertirse de los malos caminos. Note que las cuatro acciones van unidas con la conjunción “y”. Esto implica que cada acción debe llevarse a cabo juntamente. La oración sin humildad no es aceptada por Dios. Por medio de la oración podemos acceder a Dios y es delante de Dios que podemos ver nuestra condición de maldad para proceder en arrepentimiento.

Normalmente somos altivos y orgullosos, no solo de nuestra propia condición, sino con indiferencia hacia la condición de los demás. Así que muchas veces nuestra oración es egoísta. Centramos nuestros ruegos a Dios solo en lo que deseamos o lo que es de nuestro interés. Con toda razón el texto dice “buscar su rostro”, Pues con nuestras actitudes lo hemos extraviado en nuestro camino. De tal forma un mundo que no conoce a Dios y una iglesia que no puede mostrárselo, se hunde en el pecado y la degradación.
Cuatro acciones se nos han pedido. Cuatro aspectos en los que hemos fallado.

Aun así creo que tenemos esperanza. Si regresáramos sobre nuestros caminos, si tan solo recordáramos lo que antes hacíamos bien. Si nos humilláramos delante de Dios, arrepentidos de nuestro mal. Si buscáramos su rostro en obediencia y haciendo su voluntad. Entonces Él escuchará nuestro clamor, perdonará nuestras maldades y sanará nuestra tierra.

No planteo algo utópico, en un mundo donde no exista la maldad y la injusticia. Mientras existan personas que busquen hacer el mal, siempre habrá dolor y sufrimiento. Pero la justicia de Dios es mejor que el dolor que nos ofrece el mundo. Pienso que el cristianismo debe ser la luz que muestre el camino. Si alguien debe humillarse primero ese es el cristiano. Si alguien debe orar con fervor e interceder por los demás, ese es el cristiano. Si alguien debe proceder con integridad para buscar de Dios, ese es el creyente. Si es que hay que pedir perdón, la limpieza empieza por casa.

Somos llamados a señalarle a este mundo el camino. Somos llamados a escribir con nuestras acciones, una noticia que valga la pena saber. 

martes, 21 de septiembre de 2010

La confianza en Dios

Si hay algo que nos llega a preocupar constantemente son las crisis financieras. Cuando colapsa Wall Street y los mercados financieros internacionales, la humanidad tiembla, pero cuando la crisis es en nuestro bolsillo, apretamos los dientes y suspiramos profundo. Nada conmociona más al hombre contemporáneo que una billetera vacía. Esto le resulta más aterrador que la primera función del exorcista.

Tengo que ser honesto y confesar que esto era algo que me preocupaba hasta hace unos años, cuando mi papá perdió su trabajo.  Treinta y cinco años de vida laboral, honesta y dedicada, y sin más razones una carta que decía: “Gracias por sus servicios, pero ya no serán más requeridos.”
Todos debemos comer, y tener un techo para dormir tranquilos. Todos tenemos cuentas que pagar y en mi casa no era la excepción. Lo realmente angustiante no es quedarse sin trabajo, sino estar desempleado por más de dos años, como resultó ser el caso en mi familia. Sin embargo, cada vez que la situación se volvía angustiosamente preocupante, y cuando la noche se tornaba oscura, había un pasaje que mi papá siempre repetía

“Joven fui, y he envejecido, y no he visto justo desamparado, ni su descendencia que mendigue pan.”
Salmo 37:25

Nunca antes he visto el fiel cumplimiento de este versículo, tantas veces en la vida de mi familia,  como lo fue durante esos dos años de desempleo. Nunca faltó el alimento ni el techo, siempre hubo una cama caliente y un hogar amoroso, a pesar de las circunstancias.

Lo que más me enseñó de toda esta situación, fue que mi papá nunca dudó, que Dios iba a proveer todo lo que nos pudiera hacer falta. En ese momento entendí la forma en que la Biblia se convierte en palabra viva, cuando vemos que la situación nos apremia, y un versículo escrito hace casi tres mil años sostiene nuestra fe. Cuando un versículo tan pequeño no se quebranta, y día a día cumple con lo que promete por más de dos años de necesidad.

Toda esa situación me enseñó a no temer por mis finanzas. Tiempos malos pueden venir, pero la fidelidad de Dios es más grande que cualquier necesidad. Aquel que rige su vida con justicia, será sustentado por Dios.

Pienso que hay situaciones en donde solo podemos esperar. Hacemos nuestro mejor esfuerzo, pero llegamos a un límite donde las cosas ya no dependen de nosotros. Es por eso que entiendo cuando las personas me hablan de lo difícil que es esperar en Dios. Esperar la respuesta a esas oraciones que hacemos con desespero, es realmente angustioso, y dudamos que Dios este escuchando, o que le importe. Pero lo que nosotros pensemos en esa situación poco importa. Hay un hecho innegable y es que Dios escucha. Y hay otro hecho aun más innegable, y es que Dios es fiel. Dios no puede negar su naturaleza, y esa naturaleza implica que Él no puede dejar sin auxilio al necesitado. El escucha todas las oraciones, y nunca obra fuera de tiempo. Justo a tiempo es su lema.

Lo último que quiero decirte, es que los grandes y poderosos de este mundo se turban y se llenan de temor, cuando sus riquezas son amenazadas por el infortunio, pero no será así para los que en Dios confían: “Jehová de los ejércitos, dichoso el hombre que en ti confía.”

lunes, 20 de septiembre de 2010

La defensa de la Fe

“Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación, me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos. Porque algunos hombres han entrado encubiertamente, los que desde antes habían sido destinados para esta condenación, hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo. “
Judas 3 – 4
El libro de Judas, es una pequeña carta, ubicada casi al final de la Biblia, justo antes del libro de Apocalipsis. Solo para aclarar, el autor de este Libro se identifica así mismo como Judas, siervo de Jesucristo y Hermano de Santiago, escrito alrededor del año 75 d.C. Por lo tanto no se trata de Judas Iscariote el traidor; por si lo estabas pensando.
Contender ardientemente por la fe que nos fue enseñada. Ese es el mensaje de los versículos de Judas citados previamente. Y la fe que nos fue enseñada, no es una tradición a la que debemos aferrarnos, porque nuestros padres creen en eso, o porque la familia lo ha querido así. La fe no es como los partidos políticos a los que les damos nuestra adhesión. No se trata sobre tradición o religión, la fe se trata de una relación vivencial con Dios.

Cuando hablamos de una fe vivencial, es cuando nos damos cuenta que la fe está padeciendo hoy en día. Jesucristo se limita ha anuncios en las redes sociales: “A que Jesús puede tener más de un millón de fans antes que cualquiera” o “Yo creo en Jesús y no me avergüenzo de decirlo”. De esta forma la fe en Jesús se ha convertido en dar un click de “Hazte Fan” o “Me gusta”. Aunque nuestra vida sea un desastre antes y  después del click. La fe ya no implica sacrificio, solamente que sea publicitada en cualquier red social.

Y como si no fuera suficiente esta racionalización de la fe, a su vez la misma debe competir, con cuanto pensamiento ideológico o filosófico se le ocurra a la gente.  Así que ahora este es el pensar de la gente: “si no lo entiendo objetivamente, no puedo creer en ello”. Y esto me hace pensar: Si tenemos que creer solo por hechos objetivos, entonces no se trataría de fe, sería una afinidad por acuerdo o compatibilidad.
Aparte de eso está la mundanidad. Cualquier entretenimiento que nos lleve a la impiedad y el placer, es preferible a lo que dice Dios que nos conviene. La fiesta, la diversión, la autosatisfacción y nuestros proyectos personales; están primero que Dios en nuestras vidas. Entiende por qué es necesario contender ardientemente por la fe. Porque los que tienen fe, son cada vez menos. Los que han guardado su vida para Dios son los pocos. Los que viven de acuerdo a su ley y hacen visible la vida de Jesús con sus hechos, son minoría.

Un día me preguntaba: ¿Qué es la maldad? Después de investigar un poco, pude definir la maldad, como todo aquello que va en contra de lo que Dios establece en su palabra. Pero también entendí que la maldad siempre ha existido, y hay personas que viven para hacer el mal. Hombres malos, que tratan de socavar la fe de algunos. Engañan con ideas que suenan bastante lógicas. Y logran su cometido porque el cristianismo ha dejado de estudiar la Biblia. Si no conoces la verdad de Dios, cualquier idea que suene lógica, termina siendo aceptada. En lugar de indagar una verdad absoluta, nos contentamos con una verdad a medias o una mentira bien argumentada.

Creo que Dios ha permitido que todo esto suceda, para ver, quien realmente esta dispuesto a luchar por su fe. En el libro “Locos por Jesús” de «DC Talk y la Voz de los mártires» encontramos la siguiente frase:

“La mayoría de personas nunca han considerado el morir por Jesús, porque nunca han comenzado a vivir por Él”

Si me pregunta, si creo que es necesario contender ardientemente por la fe, mi respuesta es que sí. Cree y vive lo que crees. No te dejes engañar y confundir. No te dejes seducir por lo que ofrece el mundo. Todo esto va a pasar, pero si tu fe es aprobada, trascenderá para toda una eternidad.

martes, 14 de septiembre de 2010

Lo que prometes a Dios

Cuando era joven, cada treinta y uno de diciembre hacia una lista de propósitos para año nuevo. Tenía la minuciosidad de dividir dicha lista en categorías: área académica, financiera, sentimental y espiritual. Cuando finalizaba el año, me sentaba a revisar si había logrado cumplir los propósitos que había escrito, y volver a replantear los del próximo año. El resumen de mis logros a fin de año, podía resumirse de la siguiente forma: académicamente cumplidor, financieramente ahorrativo, sentimentalmente ignorado y espiritualmente nefasto
Ahora bien, las dos últimas secciones de mi lista eran un desastre. A mis quince años nunca fui un don Juan, eso lo reconozco; pero esto no me incomodaba tanto como el saber que espiritualmente no había mejorado, sino incluso empeorado. Normalmente los propósitos espirituales no duraban ni un día. Ya para el primero de enero, había violado unos cuantos con motivo de la fiesta de año nuevo.

Creo que a todos nos ha pasado esto mismo de una u otra manera. En algún momento te has hecho el propósito de buscar más de Dios, y un tiempo después ya se te ha olvidado. Y me pregunto, ¿cómo podemos corromper tan rápido los propósitos que hacemos para con Dios?
Lo peor de esta situación, es que aceptamos el hecho que posiblemente Dios este bien con esto. Puedes un día prometer y no cumplir, y todo bien, Dios no se enojará, por qué Él es amor. ¿Estas seguro de esto?

“Cuando a Dios haces promesa, no tardes en cumplirla; porque él no se complace en los insensatos. Cumple lo que prometes. Mejor es que no prometas, y no que prometas y no cumplas.”
   Eclesiastés 5:4-5

Cuando cumplí mis dieciocho años, tuve mi primera novia. Se imaginará la alegría que resultó por fin, cumplir un propósito de la lista; en el área sentimental. El caso es que mejor me hubiera sido continuar en soltería, pues fui peor novio que cristiano, y eso ya es decir. 
En ocasiones prometía llamar, a mi entonces novia, y me olvidaba de hacerlo. Unos días la visitaba, y otros salía con mis amigos. Algunas veces era amoroso y otros apático e indiferente. Le resultará fácil deducir que la relación no prosperó, y con justa razón. Una vez que me regresaron a la soltería, me di cuenta lo mal novio que llegué a ser.
Esta simple escena de mi vida me hace preguntarle lo siguiente: ¿Usted toleraría que alguna persona que dice amarle, incumpla tanto lo que esas palabras significan? Si su respuesta es No, entonces déjeme hacerla la segunda pregunta: ¿Por qué entonces debería tolerarlo Dios?
La Biblia es clara en este sentido: A Dios no le agradan las personas que prometen y no cumplen.

Pienso que un gran error que han cometido algunos predicadores, es tratar de acercar a la gente tanto a Dios, que lo han bajado al nivel de un simple compañero. Muchos lo han quitado de su trono, para nivelarlo a nuestra conveniencia. Y a muchos se les ha olvidado que Él sigue siendo santo, que sigue siendo todopoderoso y por encima de todo, que sigue siendo Dios. Así que, olvidada esa perspectiva es fácil ser irreverente y dejar de lado todo lo que le hemos prometido alguna vez. La falta de temor y reverencia que algunos tienen hacia Dios, es ofensiva y hasta peligrosa. No cometamos el error de pensar que, aunque Dios se muestra amigo, no exige fidelidad, compromiso y cumplimiento.

¿Qué es lo que le has prometido a Dios y que no le estas cumpliendo? Será fidelidad, o tal vez prometiste buscarlo más. Quizás prometiste leer más la Biblia o hablar más con Él. A lo mejor prometiste que este año le servirías, o que finalmente le rendirías tu vida a Él. Lo cierto es que el año ya casi termina y solo tú y Él saben el estado de tales promesas.
Mi recomendación mi amigo lector, es que aproveches mejor el tiempo y cumplas lo que prometiste.
Cuando cumples a Dios, siempre habrá bendición. El siempre ha sido fiel, y espera de ti lo mismo.