lunes, 26 de septiembre de 2011

La Santidad


“Porque yo soy Jehová vuestro Dios; vosotros por tanto os santificaréis, y seréis santos, porque yo soy santo…”
Levítico 11:44
Creo que muchos creyentes y personas en general no han entendido muy bien el concepto de la santidad y lo importante que esto es en la vida de un cristiano. En mis varios años de ser cristiano, he visto como “La santidad” es un tema que ya casi no se estudia o se predica desde los pulpitos. Creo que hay personas que solo les interesa escuchar que Dios las ama, pero no quieren saber que Dios demanda algo de ellas. Desgraciadamente en muchos lugares se está predicando solamente lo que la gente quiere escuchar. Si decimos desde un pulpito que Dios exige santidad de su pueblo, entonces nos tildan de legalistas, si decimos que Dios no tolera nuestros pecados, entonces nos llaman radicales, fanáticos o algo peor ¿Entonces tenemos que dejar de decir la verdad? ¿Obviar lo que la Biblia dice para que la gente no se sienta mal consigo misma?

La santidad es un tema importante y la importancia del tema radica en que Dios es santo, tan simple como eso; y para poder tener una relación con Dios, solo puede ser bajo los términos que Él establezca. Esto es que Dios es un Dios que habita eternamente apartado del pecado, por lo cual no podemos acercarnos a Él en lo indigno e impuro de nuestra condición pecadora. Creo que nuestra sociedad ha perdido la noción de lo que la santidad es, pero las personas en el antiguo Israel lo tenían muy en claro.

Cuando Moisés se acercó a Dios, en medio de una zarza que ardía en fuego pero no se consumía, fue advertido por Dios acerca de su santidad y del peligro que se acercara a Él indignamente. Tanto fue el temor de Moisés a causa de la santidad de Dios, que cubrió su rostro para no mirar al Dios santo (Éxodo 3:2-6). Algo similar fue el caso de Isaías, que teniendo la revelación de la santidad de Dios citó estas palabras: “¡Ay de mí! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos”. Isaías 6:5. Finalmente el apóstol Juan, cuando recibió del Señor el mensaje del Apocalipsis, sus ojos vieron la majestad del Señor y cita la siguiente afirmación: “Cuando le vi, caí como muerto a sus pies…” Apocalipsis 1:17.
De todo esto entendemos lo siguiente:

1. Solo se puede entender la santidad de Dios, cuando Él se ha revelado a tu vida
2. Cuando conoces la santidad de Dios, entiendes tu condición de pecador
3. Al verte pecador delante de Él, reconoces la dignidad de Dios y que solo Él es santo.
4. Finalmente al estar expuesto a la santidad de Dios, anhelas la santidad para poder permanecer cerca de Él.

No es de extrañar que muchos no entiendan ni vivan en santidad. Muchos dicen conocer a Dios sin conocerlo realmente, pues su vida no evidencia que la santidad de Dios les ha sido mostrada. No es de extrañar que Dios no se haya revelado a muchos, pues muchos no están interesados en ser santos para Él. La realidad es que hay personas que están cómodos con su forma de vivir y no consideran que su vida de pecado desagrada a Dios. Por tanto no es de extrañar tampoco, que la sociedad actual se haya degradado moralmente a este extremo. Nos preguntamos el por qué de la maldad, la violencia y la inmoralidad del ser humano en estos tiempos, pero obviamos el hecho que el ser humano ha decidido vivir satisfaciéndose a sí mismo de forma egoísta; e ignorando que hay una norma de moralidad establecida por Dios “Ser santos porque Él es santo”.
Amado lector, si en algún momento en tu vida has decidido seguir a Dios, te quiero decir a través de estas palabras que te escribo, que no es posible amarlo a Él y al mismo tiempo amar lo que a Él le desagrada. Es necesario despojarnos de nuestra maldad para poder verle a Él.

lunes, 19 de septiembre de 2011

Cual camino


Hace unos días escuchaba de parte de un líder dentro de una iglesia, una frase que me dio mucho en que pensar. La frase fue la siguiente: “No hablemos de doctrina pues la doctrina nos separa, mas bien hablemos de aquello que nos une”. Creo entender las intenciones que tenía esta persona al decir esta frase, pues él intentaba rehuir el conflicto y tratar de construir una unidad de criterio.

Hay grupos pentecostales, bautistas, bíblicos, anglicanos luteranos, calvinistas, de pensamiento independiente, etc. Y como podrá usted suponer, todos ellos en algún punto de sus creencias piensan distinto a los otros. Así pues este líder espiritual intentaba fortalecer aquello que nos une más que lo que nos separa, pero valió la oportunidad para que me pusiera a meditar sobre la razón de tanto separatismo y división de distintos grupos dentro de la misma iglesia. ¿En qué punto de la historia de la iglesia, las personas empezaron a pensar de forma distinta y a creer en aspectos distintos? pues cuando la iglesia primitiva fue fundada, solo tenían un criterio unificado en el cual creer.

“Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones”
Hechos 2:42
Antes que toda esta diversidad de criterios causara una división de doctrina en la iglesia, tenemos que recordar que los primeros cristianos tenían una sola doctrina en la cual creer, esto es lo que los apóstoles les enseñaban. Y este conjunto de enseñanzas que conformaban la doctrina apostólica llegaron a ser el pilar de la fe de la iglesia en aquellos días. Con esto nos referimos a la revelación de una misma verdad, no a la interpretación privada que cada persona tiene sobre esa verdad. Es esta interpretación privada que algunos le han dado a las enseñanzas bíblicas, lo que ha degenerado en el ultimo siglo, con el surgimiento de miles de grupos sectarios que dicen tener la verdad y la salvación en ellos mismos, torciendo y pervirtiendo la sana doctrina bíblica para su propio beneficio.  

Otro aspecto importante que podemos destacar del texto bíblico antes citado, es que la doctrina de los apóstoles en la cual los nuevos creyentes permanecían, mantenía a la iglesia unida, se nos dice que los creyentes estaban “en la comunión unos con otros”. Esto es algo que hoy en día podríamos considerar utópico. Si una persona dice ser cristiana, lo primero que le van a preguntar es: ¿De cual denominación? Y es que ya hay tantas cosas en que se cree en las iglesias, que se ha diluido la idea de unidad. No solo se ha dividido la iglesia, sino que incluso se ha vuelto difícil determinar a que grupo religioso o denominacional pertenece la persona.
El comediante Emo Philips relata la siguiente historia:
En una conversación con una persona que recién había conocido le pregunté: “¿Usted es protestante o católico?”
Mi nuevo conocido respondió: “Protestante”
Yo dije: Yo también. ¿De cual denominación?
El respondió: “Bautista”.
“¡Yo también!” Dije: “¿Bautista del Norte o Bautista del Sur?”
“Bautista del Norte” respondió
¡Yo también! Grité
Continuamos así, adelante y atrás. Finalmente le pregunté: ¿Conservador del Norte Bautista Fundamental, de la Región de los Grandes Lagos, Concilio de 1879?
El contesto: “No, Conservador del Norte Bautista Fundamental, de la Región de los Grandes Lagos Concilio 1912.
Le dije: “¡Muere, hereje!”

Aunque el ejemplo anterior es solamente un chiste contado por un comediante, es indiscutible notar que el separatismo doctrinal dentro de nuestras iglesias, se ha hecho notorio a lo ojos del mundo. Si la Biblia no es de interpretación privada, entonces no es lo que yo crea acerca de algo, es lo que Dios dice en su palabra lo que debemos creer. Todo el mundo nos dice en que debemos creer, pero ¿Estamos creyendo realmente lo que en nuestros corazones hay convicción, o ha llegado el punto en que creemos solo en lo que se nos ha dicho que debemos creer? De verdad es para pensar seriamente en ello.