“Una mujer, de las mujeres de los hijos de los profetas, clamó a Eliseo, diciendo: Tu siervo mi marido ha muerto; y tú sabes que tu siervo era temeroso de Jehová; y ha venido el acreedor para tomarse dos hijos míos por siervos. Y Eliseo le dijo: ¿Qué te haré yo? Declárame qué tienes en casa. Y ella dijo: Tu sierva ninguna cosa tiene en casa, sino una vasija de aceite. Él le dijo: Ve y pide para ti vasijas prestadas de todos tus vecinos, vasijas vacías, no pocas. Entra luego, y enciérrate tú y tus hijos; y echa en todas las vasijas, y cuando una esté llena, ponla aparte. Y se fue la mujer, y cerró la puerta encerrándose ella y sus hijos; y ellos le traían las vasijas, y ella echaba del aceite. Cuando las vasijas estuvieron llenas, dijo a un hijo suyo: Tráeme aún otras vasijas. Y él dijo: No hay más vasijas. Entonces cesó el aceite. Vino ella luego, y lo contó al varón de Dios, el cual dijo: Ve y vende el aceite, y paga a tus acreedores; y tú y tus hijos vivid de lo que quede.”
Existen muchos teólogos que han dado una interpretación simbólica a la deuda de la viuda y el asunto del aceite, y aunque personalmente no tengo ninguna objeción con ese tipo de interpretaciones, quisiera recalcar el marco contextual de los versículos anteriormente citados. El marco del contexto que nos muestra estos versículos se refieren a una situación de necesidad económica. Una mujer a enviudado, su esposo era deudor y ahora que él ha muerto no tiene con qué pagar la deuda, por lo cual el acreedor amenaza llevarse sus dos hijos como esclavos hasta que la deuda sea pagada.
La gente buena también pasa por angustias financieras. Dice la escritura que el esposo de la viuda era un hombre “temeroso de Jehová”. A veces pensamos que la tribulación en las finanzas no nos va a alcanzar por ser hijos de Dios. Los cristianos también padecemos necesidad en tiempo de crisis. Sin embargo lo que el texto nos muestra es que Dios sabe nuestra necesidad y tiene cuidado de nosotros. El texto nos muestra que en Dios están satisfechas todas nuestras necesidades.
Algo que me agrada mucho del texto es que el “varón de Dios” le pregunta a la viuda: “Declárame que tienes en casa”. Esto me hace preguntarme ¿Qué puedo tener en casa que sea el instrumento que Dios utilice, para sacarme de una situación de crisis? Siempre me hago esta pregunta ¿Qué hay en mi casa que sirva para mostrar el poder de Dios en medio de las tribulaciones? Imagino a la viuda llenando las vasijas una tras otra y preguntándose ¿Cómo es que no se acaba? Lo cierto es que Dios usa lo que tenemos en casa para suplir nuestras necesidades en tiempo de crisis. Tu habilidad para cocinar, coser, tejer, y servir a los demás. Ese pasatiempo que tienes de escribir, hacer manualidades, o enseñar a otros a hacerlo. Todas esas cosas que tenemos en casa que parecen ordinarias, Dios las utiliza para que en nuestro hogar nunca falte. En mi hogar cuando mis hermanos y yo éramos niños, mi padre era asalariado, pero su salario no siempre alcanzaba para cubrir todas las necesidades en casa. Mi madre tenía una máquina de coser, con la cual ayudaba a las finanzas del hogar; y muchas veces este simple instrumento combinado con la habilidad de mi madre, ayudaron para suplir muchas cosas de las cuales teníamos necesidad.
Puede que sean cosas muy simples, puede que pienses que eso no alcanza para sobrepasar la crisis, pero no es solo lo que tengas para ofrecer, sino lo que un Dios todo poderoso y sobrenatural puede hacer con lo poco que tienes. Dios puede usar cualquier cosa para demostrarte que el milagro que esperas está en Él. Esto me lleva a preguntarte en este dia: ¿Estas pasando por una crisis financiera? Dios puede hacer el milagro de convertir tu vasija de aceite en un sustento para tu hogar, pero necesitas creerle a Él para ver su poder. Y tu, ¿qué tienes en casa?