“No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. “
Mateo 6:31-33
Si usted es de las personas que nunca ha pasado apuros financieros, que tiene solvencia económica y una buena cantidad de dólares en el banco, creo que este mensaje no es para usted. Si por el contrario usted es de aquellos que llega con la reserva al final del mes, o cuando llega el cheque de pago, sabe que después de pagar sus cuentas no le sobra ni para un café; lo invito a continuar leyendo.
Creo que no existe en este mundo una sola persona que no haya pasado apuros financieros. Los factores pueden ser muchos: mal manejo del dinero, consumista compulsivo, costo de la vida muy alto versus salarios muy bajos, incluso una situación inesperada que te toma con la billetera algo raquítica en ese mes. Lo cierto es que la situación se presenta y dices para tus adentros: “No tengo dinero para hacerle frente”. Cuando estas situaciones pasan es inevitable sentirse afanado y angustiado. Créame yo sé lo que se siente. Todos hemos estado allí, sentados en el agujero de la desesperación. Sentimos que el mundo se nos viene encima, que el ingreso es demasiado poco y el gasto demasiado grande.
Es interesante que el texto de Mateo inicia con una negación: “No os afanéis”. Es claro ver aquí que Dios nos está prohibiendo afanarnos de forma categórica. Podría sonar paradójico, que en medio del afán por la escases económica, alguien te diga: “No te afanes”. Pero Dios tiene sus motivos; Él sabe qué es aquello que nos esta haciendo falta. Déjeme explicarle esto con mas sencillez: No es la regla general que este sea un dilema solo de las personas adultas, sin embargo es normal que cuando mas adulto eres, mas responsabilidades tienes sobre ti y por ende la posibilidad de estar afanado es más alta. Lo digo porque cuando era niño nunca llegue a estar afanado por estas cosas, pues sabía que mi padre proveería todo lo que me pudiera hacer falta. Y creo que precisamente ese es el punto, “…vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas.” Cuanta falta nos hace en ocasiones volver a pensar y tener la fe inocente que teníamos cuando éramos niños. Nada nos afanaba, no había estrés por lo que habíamos de comer (a menos que fueran vegetales) o lo que habíamos de vestir. De hecho cuando veo las fotos de mi infancia, me pregunto cómo fue que tuve el valor para vestirme de esa forma. Y es que en ese entonces nada nos preocupaba, pues papá proveía todo cuanto necesitáramos.
Esto me hace pensar en dos circunstancias:
1. Tenía un buen padre, que cuidaba de mí.
2. La bondad y provisión de mi padre me hacia vivir confiado
¿Crees que podrías tener la misma confianza en Dios?
Por último, Dios nos insta a preocuparnos por aquello que si debe ocuparnos el alcanzar: “El Reino de Dios y su justicia”. No es la justicia de un reino, es la justicia del Dios del reino. Evidentemente esto no es siquiera comparable con el atuendo de moda o la comida gourmet. Dios nos esta diciendo que todo lo demás es efímero y aunque necesario, Él lo proveerá con creces, pero de nosotros depende el buscar lo que realmente podrá saciarnos y darnos paz.
No piense que usted es el primero en padecer necesidades, pero si lo insto a meditar por un momento, si su fe lo esta llevando a creer que en Dios nunca le faltará nada.