Cuando tenia siete años un compañero de clase le preguntó a mi maestra si era cierto que todos algún día habríamos de morir. ¡Que pregunta más complicada de responder! Una clase de al menos treinta niños, dentro de los que me incluyo, esperábamos expectantes la respuesta: “Así es, dijo la maestra, todos moriremos algún día”. La reacción de la clase a la afirmación de mi maestra, fue más trágica que la destrucción de Pompeya o el desastre del Titanic. El llanto y el desconsuelo se apoderaron del ambiente. ¡Vaya trauma de infancia!
Recuerdo que ese mismo día llegué corriendo a la casa y lo primero que hice fue preguntarle a mi mamá si ella también habría de morir algún día. La respuesta de mi madre fue la misma que la de mi maestra, pero ella al verme romper en llanto, tuvo el amor y la sabiduría para abrazarme y reconfortarme, al decirme que en la Biblia, Jesús nos enseña que todo el que cree en Él tiene vida eterna.
“Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.”
Juan 11:25
¿Por qué nos atemoriza tanto la muerte, si desde que tenemos conciencia se nos ha dicho que algún día llegará? Ya sea por palabra de una maestra de escuela algo torpe al hablar, o de algún familiar que se tomó su tiempo para explicártelo, lo cierto del caso es que vivimos sabiendo que ese momento llegará para nosotros y nuestros seres amados. Aun así, cuando el momento llega, siempre nos toma por sorpresa; solemos llamarlo tragedia. Lo que pasa es que nadie espera a la muerte de cara al sol, con una sonrisa en los labios y con los brazos abiertos. Tememos a la muerte porque ella nos arrebata todo lo que conocemos y nos recuerda lúgubremente que no podemos sentirnos demasiado cómodos en esta vida, pues algún día deberemos dejarla.
Sin embargo no todo lo relacionado con la muerte es desesperanza, en el capítulo once del libro de Juan encontramos unas palabras que Jesús nos da acerca de la muerte y la fe. El contexto en el que Jesús pronuncia estas palabras es posterior a la muerte de Lázaro, y si conoce la historia sabrá que Jesús resucitó a Lázaro del sepulcro. Esto nos da un panorama algo distinto acerca de Jesús, la muerte y las tragedias; y esto es que Jesús es Señor tanto de la vida como de la muerte. Es por esto que sus palabras son tan representativas. La resurrección es la victoria sobre la muerte y la vida más poderosa que la muerte. Con esto Jesús nos muestra que Él es el originador de la vida y por ende la muerte no tiene poder sobre Él, ni sobre los que depositan su fe en Él.
Con estas palabras Jesús no está diciendo que la fe nos convierte en inmortales, sino que hay un mensaje mas profundo en esto de la muerte de lo que nosotros pensamos. En primer lugar debemos entender lo que los antiguos pensaban acerca de la muerte, y esto es que la misma era un estado de sueño, donde los muertos sencillamente dejaban de ser y que no había nada más allá de este mundo sino solo un sueño eterno. Pero este pensamiento es tan cuadrado como la idea que la Tierra era plana ¿Como podemos pensar que solo existe este mundo? Hay tanto acerca del mismo que nosotros no conocemos ni hemos visto o experimentado, hay un universo entero que nosotros no conocemos. Y si nuestro entendimiento de lo que nos rodea es tan limitado, ¿cómo podemos descartar lo que no conocemos solo por no haberlo experimentado? Sencillamente es un argumento demasiado cuadrado. No podemos descartar la vida más allá de la muerte porque no la conocemos o entendemos. Si Jesús nos dice que Él es la vida, es porque necesariamente también existe la muerte; y si nos dice que Él es la resurrección, es porque el que en Él confía no permanecerá eternamente en la muerte.
Si lo piensa bien, esta esperanza de vivir más allá de ese tétrico paso que implica el morir, representa la victoria sobre la muerte de todo aquel que cree en Él, pues el efecto desalentador que tenia la muerte, de dejarnos en el sepulcro eternamente ha sido suprimido. Una muerte que no puede matar definitivamente no es una gran muerte que digamos. Así que un Cristo que es la esencia de la vida y que nos promete vida y resurrección juntamente con Él, es un Cristo poderoso, mas poderos que la muerte misma. No se usted, pero yo pienso que una promesa semejante vale la pena prestarle atención. Si lo piensa bien, sí es un asunto de Vida o Muerte.