“Odio a la gente perezosa, hablaría mas al respecto, pero me da pereza…”
Anónimo
Todos hemos tenido pereza alguna vez. Pereza de lavar los platos, doblar la ropa, lavar el auto o pasear al perro. Sencillamente es una actitud humana.
Recuerdo en mis años colegiales, lo mucho que me costaba estudiar. No es que no me propusiera hacerlo, simplemente tomaba los libros para empezaba a leer, pero después de unas cuantas líneas, mi mente estaba a miles de kilómetros de ahí. Podía escuchar mi voz leyendo, pero mi nivel atencional había decidido tomar una siesta. Luego del fallido intento de estudio, pensaba que tal vez si dormía una hora, estaría listo y fresco para un tiempo de estudio de calidad, pero no era así. La hora de sueño terminaba siendo toda una tarde durmiendo. De esta forma había desarrollado la habilidad de rehuir al estudio todos los días.
Podría decir que odiaba estudiar historia, matemáticas o biología, pero la historia, las matemáticas y la biología siempre han sido las mismas, el problema era mío. Sencillamente era demasiado perezoso.
La pereza es el camino fácil, entre esforzarse y holgazanear siempre resultará más sencillo lo segundo; y puede que en ocasiones sea hasta más placentero, pero no podemos seguir siempre ese camino, usted lo sabe y yo también. Si hubiera continuado con mi rutina de siestas vespertinas, en este momento sería el único colegial de treinta años.
Si la pereza no es algo positivo para el hombre, la Biblia tiene algo que decir al respecto, y el libro de Proverbios nos menciona lo siguiente:
"Ve a la hormiga, oh perezoso, mira sus caminos, y sé sabio; la cual no teniendo capitán, ni gobernador, ni señor, prepara en el verano su comida, y recoge en el tiempo de la siega su mantenimiento. Perezoso, ¿Hasta cuándo has de dormir? ¿Cuándo te levantarás de tu sueño? Un poco de sueño, un poco de dormitar, y cruzar por un poco las manos para reposo; así vendrá tu necesidad como caminante, y tu pobreza como hombre armado."
Proverbios 6:6-11
El concepto es simple, la responsabilidad implica trabajo, pero da recompensas. La pereza por otro lado, es placentera (seamos honestos, ¿a quien no le gusta dormir hasta tarde?), sin embargo paga muy mal.
El fruto del trabajo es una vida llena de bendiciones, dado que el trabajo es bendición de Dios. Así pues, todo lo que procede de Dios, lleva como propósito ser de bendición para el hombre. Muchos piensan que el trabajo es una carga necesaria para pagar las cuentas. Como si Dios nos castigara por tener que trabajar. Sin embargo necesitamos recordar que Jesús mismo trabajó como carpintero, y al hacerlo dignificó el trabajo de todos los hombres.
Si no te gusta trabajar, te gustará menos la pobreza que implica la holgazanería como modo de vida.
La idea tampoco es hacer un culto al trabajo, ignorando que hay lapsos donde necesitamos descansar y despejarnos de todo lo que nos ocupa. Las vacaciones y los tiempos de ocio son necesarios, incluso son parte de trabajar. Es tan malo ser un holgazán, como lo es ser un adicto del trabajo. Pero el principio Bíblico simplemente trata de decirnos, que debemos ser esforzados en el tiempo que requiere esfuerzo, dar lo mejor de nosotros y ser responsables; y cuando llegue el tiempo de descansar, dejar el trabajo, donde lo encontrarás al día siguiente.
Lo sé, es mejor dormir siestas que estudiar historia, pero la vida nos puede pasar de largo si vivimos en un sueño, tenemos que despertar y afrontar nuestras responsabilidades. “Ve a la hormiga, oh perezoso, mira sus caminos, y sé sabio…”