lunes, 29 de noviembre de 2010

Muy de mañana

Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba.”
Marcos 1:35

¿Le puedo confiar un secreto? Al igual que a la mayoría de las personas, me cuesta orar. No es que no tenga voluntad, o que no disfrute un buen tiempo con Dios, es solo que me cuesta hacer el espacio en mi agenda para poder hacerlo. En muchas ocasiones me ha vencido el sueno o la pereza, y desaprovecho la oportunidad de hablar con Él. Me imagino que a usted también le ha pasado, por lo que sabe de lo que estoy hablando.

Muchas veces he leído el capítulo uno del evangelio de Marcos, y pasado por alto el versículo treinta y cinco. Y recientemente Dios me ha hablado a través de este pequeño texto que solía obviar cuando leía. Puntualmente he aprendido tres enormes enseñanzas de este pequeño texto de tan solo diecinueve palabras. En este versículo vemos a Jesús haciendo lo que nosotros deberíamos imitar. Jesús no empezaba su día sin antes ir a hablar con el Padre. Esto le ayudaba a afrontar todo lo que se venía por delante. Tenía la fuerza para predicar el evangelio, sanar a los enfermos, echar fuera demonios y hasta resistir a los ataques de los escribas y fariseos.
Cuando todos dormían, Pedro roncaba y el sol no asomaba su luz, en ese momento, el Maestro se levantaba y hablaba con Dios. De esto podemos aprender mucho: Dios debería ser lo primero que esté en nuestra agenda, antes de iniciar nuestro día. El calor de la jornada y la exigencia del día, podemos afrontarla con Dios de nuestro lado.

Lo segundo que Jesús hizo fue alejarse al desierto para estar a solas. ¿Le ha pasado que cuando finalmente tiene tiempo para hablar con Él, ha encontrado miles de interrupciones? El trabajo, los niños, el ruido, nuestros propios pensamientos. Todos confabulan para romper la quietud que deseáramos. Jesús sabia de esto, a Él también le pasaba, durante el día, miles llegarían para que los sanara, para que les diera una palabra de aliento, sus discípulos demandarían atención; que les explicara lo que no entendían, los fariseos tratarían de hacerle caer. ¿Entiende lo que trato de decirle? Durante el día Jesús no tendría tiempo de hablar con el Padre, cuando el día avanza, hay demasiado ruido, demasiadas voces, demasiadas preguntas. Jesús necesitaba la calma del desierto, donde no hay voces, donde no hay nada, más que Él y Dios. Busquemos un espacio para estar a solas con Dios, busquemos nuestro desierto.

Y finalmente, lo tercero que aprendo de este pequeño versículo es que Jesús no se dejaba vencer ni por el sueño, ni por la pereza. Él era el Hijo de Dios, perfectamente pudo decir: “Un ratito mas de sueño, ayer sané a muchos enfermos, me merezco un descanso”. Pero gracias a Dios que no lo hizo, gracias a Dios que no es perezoso como muchos de nosotros.   

Si yo le dijera a mi esposa que tengo demasiado sueño, o que me da pereza hablar con ella, probablemente cuando regrese a casa después del trabajo, encontraría mi ropa en bolsas plásticas a la entrada de la casa. Y creo que con justa razón. Pero con Dios pensamos que las mismas actitudes son permisibles o entendibles. No podemos justificar nuestra pereza y holgazanería espiritual diciendo: “Mañana si lo haré, mañana tendré tiempo, mañana me esforzaré mas” cuando el que necesita de Dios eres tú y no Él de ti.

Lo cierto del caso es que cuando descubrí lo que estaba haciendo mal me sentí avergonzado. Dios solo guardó silencio… Que el momento de hablar con Él sea hoy, ahora, en este instante. Que sea una disciplina en nosotros, así como lo fue en Jesús.

lunes, 22 de noviembre de 2010

La luz que nos hace funcionar

Tengo un viejo reloj que me agrada mucho. No es un reloj costoso o elegante, es más, ni siquiera es bonito. Sin embargo tiene una característica muy interesante. Cuando lo compré me dijeron que no tenía batería, sino que contaba con un sistema que se recargaba con luz solar; así que mi buen reloj solo necesita de una sesión de bronceado al natural, y tiene energía para hacer su trabajo. Es tan buen reloj que hasta me enseña cosas curiosas como esta… Si lo sé, puede que este sobrevalorando mi reloj; y tal vez hasta exageré con eso de que me ensena cosas, pero me pareció muy útil el ejemplo.
La luz solar para este reloj es lo que le da la vida. Si lo guardo en las sombras, lejos de la luz, sus manecillas empiezan a caminar cada vez más lento y si no recibe su cuota de sol diaria, pues a la larga se detendrá.

Por último este reloj tiene otra característica muy peculiar: con tres minutos de luz solar, tiene energía suficiente para trabajar todo el día. Sin embargo necesita de más de una hora de luz artificial para cargar el mínimo de energía y se descarga con mucha facilidad, pues la energía no es de la misma calidad.
Como pueden ver es un reloj bastante peculiar. Y seguramente también puede ver por qué he aprendido tanto acerca de él.
La verdad es que la vida cristiana es muy similar a la forma en que funciona mi reloj. Y si cree que estoy abusando del ejemplo, le invito a leer lo que Jesús dice de sí mismo:


Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.”
Juan 8:12
Cada vez que nos alejamos de Jesús, nos empieza a pasar lo que a mi reloj cuando lo guardo en un armario, lejos de la fuente de su energía. Nuestra vida espiritual empieza a decaer, avanzamos cada vez más lento, hasta que nos detenemos totalmente. A propósito de esto, el fin máximo de Satanás, es que la vida del cristiano este en pausa; y de la misma forma que un reloj que no da la hora es inútil; así también es inútil el cristiano que por estar en las sombras, ha perdido la luz que lo energiza.

Piénselo de esta forma: El reloj no funciona si está en la sombras, pues fue hecho para permanecer en la luz, ¿Cree usted que las sombras son algo provechoso en la vida del creyente? Pues tampoco lo son.  
La luz que Jesús pueda darnos es llamada por Él mismo, como “la luz de vida”, en otras palabras una luz que puede vivificar la existencia humana. Y la frase está en contraposición de “no andará en tinieblas”. Es como si dijera: “no andarás errante, perdido o sumido en oscuridad”.
Cuando nos entregamos al pecado y por ende nos rebelamos en desobediencia delante de Dios; nos alejamos de la fuerza que hace que nuestra espiritualidad sea funcional; en otras palabras, las sombras nos hacen inútiles para Dios, pues no fuimos diseñados para estar en ellas.

El otro peligro que afecta al cristiano, es el recurrir a “fuentes de luz artificiales”. Como le conté anteriormente, cuando trataba de cargar mi reloj con luz artificial, no funcionaba igual. Es como si la luz de una lámpara no tuviera la fuerza para recargarlo. De la misma forma pasa, cuando el cristiano cree poder reemplazar la fuerza que Jesús pueda darle, con cualquier otra fuente. Sencillamente nada puede reemplazar, la fuente de luz natural por una imitación. El Dalai Lama, Buda, Alá, la cienciologia o incluso Maradona (¡increíble que alguien pueda considerarlo una divinidad!). Ninguno podrá nutrir de fuerza y energía, una espiritualidad que solo puede alimentarse de la fuente de vida, que es Jesús. Las demás fuentes de energía simplemente no pasan el control de calidad.

Creo que si permaneciéramos más tiempo contemplando la grandeza de Dios y recibiendo de Él su fuerza, tendríamos la energía para que la inclemencia de los tiempos en que vivimos, no nos pasara factura. Busquemos la luz que puede nutrirnos, busquemos la luz que puede vivificarnos: “La luz de vida”.

lunes, 15 de noviembre de 2010

Arrastrados por el viento

El día de ayer, miraba por la ventana un espectáculo algo inusual, y que seguramente la mayoría podría considerar extraño, que este espectáculo llamara mi atención. Era una mañana fría y ventosa; y en la calle había una bolsa plástica, que flotaba en el aire impulsada por el viento. La bolsa era arrojada por el viento en todas direcciones; caía al suelo, luego era arrastrada, volvía a elevarse y de nuevo era arrojada con violencia contra el suelo. Las ráfagas de viento, hacían de esta bolsa lo que querían. La verdad es que la escena me resulto llamativa; y para ser honesto (lo reconozco con algo de pena), no tenía nada más que hacer que ver por la ventana.

Pero mi ociosidad se volvió provechosa, cuando me puse a pensar en qué aplicación podía darle, a la escena que acababa de presenciar. Le resultará tal vez cómico cuando le diga, que me puse a imaginar qué pasaría si yo fuera esa bolsa llevada por el viento, pues me imagino que no debe ser nada agradable ser lanzado de un lado a otro, sin voluntad y sin criterio de nada.

“… ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo”
Efesios 4:14-15

Siempre he pensado que el cristianismo que se aleja de la verdad Bíblica, es arrastrado de un lado al otro de cualquier pensamiento o doctrina, que se disfrace de verdad. Puede ser fácilmente engañado, pues no ha cimentado su fe en algo verdadero; en algo que sea lo suficientemente firme para que nunca sea conmovido.

Cuando vi a esa bolsa de plástico ser arrastrada por el viento, recordaba a muchas personas, que por su falta de criterio Bíblico, son engañadas por doctrinas que a simple vista parecen confiables, pero cuando se analizan a la luz del criterio de Dios resultan ser falsedad. En la actualidad, cuando hablo con las personas, las escucho abordar muchos temas e ideologías que se sincretizan en sus cabezas; y generalmente terminan preguntado de forma retórica ¿En que tengo que creer? Como si la fe fuera un asunto de creer ciegamente. La verdad más reveladora acerca de la fe, es que tiene fundamento. Esto es que la fe tiene un ancla que nos hace estar firmes, cuando la tempestad y los vientos agitan el ambiente. Y esa ancla es Cristo. El fundamento de nuestra fe y fuente primordial de toda verdad es Cristo.

Jesús es el pensamiento ideológico y filosófico más elevado. Su figura y su existencia es tan trascendental en la historia humana, que dividió la línea del tiempo en antes de Cristo; y después de Cristo. Aun lo escépticos y ateos se ven forzados a utilizar este criterio, para referirse a la línea de tiempo histórica. Su obra fue perfecta y su trascendencia eterna. Y es sobre este Cristo que se fundamenta la fe.
La firmeza de una fe en Cristo, hace que cuando los vientos ideológicos de este siglo, arrastre a muchos de un lado al otro, los que confían en Él permanezcan como sujetados a una roca.

“Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina.”
Mateo 7:24-27
Hay tantas ideologías actualmente, que es fácil dejarse arrastrar. La imagen de la bolsa llevada por el viento ¿se te hace familiar? ¿En donde esta cimentada tu fe? 

lunes, 8 de noviembre de 2010

Vivir y Morir por Él


“Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos.”
Romanos 14:8

Hace unos días pensaba seriamente, en lo que esta declaración de fe del apóstol Pablo representa. La parte de vivir nos es fácil de digerir, pero la de morir no tanto. Hay algo en nuestra humanidad que nos dice: “Lo de vivir esta bien, pero lo de morir: ehhh, gracias, pero mejor paso”.

Estudiando un poco esta frase, me doy cuenta que fue muy representativa para la iglesia primitiva. Durante 300 años, miles de cristianos fueron martirizados por causa de su fe, bajo el imperio Romano. Miles murieron quemados, decapitados, devorados por las fieras o luchando en el coliseo.  Verdaderamente el mundo los odiaba por su amor a Jesús.
Pero no acabó ahí, sino que las persecuciones han perdurado a lo largo de la historia. Durante mas de 600 años, la inquisición se encargó de asesinar a cuanto creyente se opusiera, a las creencias anti bíblicas de la iglesia tradicional.  Nuevamente el dilema fue: “tú vida a cambio de tú fe”. Estos valientes de la antigüedad y de la edad media, entendieron la idea de darlo todo por la causa del cristianismo. Hombres de los cuales este mundo no era digno, con una fe a prueba de todo. (¡Y a muchos de nosotros se nos hace difícil, siquiera ir un domingo a la iglesia!)

Pero si estás pensando que esto ocurrió solo en años donde el barbarismo reinaba; y los derechos humanos no estaban presentes en la sociedad, pues te invito a echar un vistazo a la siguiente historia:

“A lo largo de la noche, los miembros de la familia de Haim se consolaron unos a otros. Sabían que solo les quedaban algunas horas de vida. Habían sido detenidos por soldados comunistas, al ser considerarlos enemigos de la revolución.
Fueron obligados a cavar sus propias tumbas; y antes de ejecutarlos, los soldados le permitieron a Haim y su familia hacer una oración. Los padres y los hijos se tomaron de las manos y se arrodillaron juntos cerca de la tumba abierta.
Durante la oración el hijo menor de Haim escapo velozmente y desapareció en el bosque. Por su parte Haim persuadió a los soldados que no persiguieran al chico, sino que le permitieran llamarlo para que regresara. Mientras la familia permanecía arrodillada el padre rogaba a su hijo para que regresara y muriera junto a ellos: “Piensa, hijo mío”, le decía en voz alta, “¿se podrá compara algunos días que le robes a la vida como fugitivo en ese bosque, con unirte a tu familia y ser libre en el paraíso?”
El chico regreso llorando.
Haim dijo a sus verdugos: “Ahora estamos listos para irnos”. Pero ninguno de los soldados se atrevió a matarlos.
Finalmente, llego un oficial que no había presenciado la escena, y disparo a los cristianos”
Camboya 1970
La voz de los Mártires

¿Qué fuerza impulsa a un ser humano, a entregar su vida a causa de lo que cree? Respuesta: Un ser humano que ha vivido por Jesús.
La mayoría de personas, nunca han considerado el morir por Jesús, porque nunca han comenzado a vivir por Él. Si has vivido para Él, negarlo cuando la muerte se acerca, no es una opción.

Tal vez nunca llegues a estar en una posición tan extrema como los ejemplos anteriores, pero créeme, si realmente eres cristiano, de alguna forma será probada tu fe. Y cuando ese momento llegue, piensa por un segundo lo siguiente: “Él tuvo que tomar esa decisión por ti, y no dudo en entregarlo todo para que vivieras”. Y tu, ¿Qué has entregado por amor a Él? ¿Tu familia te rechazaría si decides cambiar tu vida, para seguirle a Él? ¿Tus amigos quizás? Cuando sientas que el mundo te aborrece por causa de Jesús, recuerda que a Él lo aborreció primero. Si quieres mi consejo con respecto a como debes vivir tu fe en Jesús, lo único que puedo decirte es: “Vive de tal forma, que negarlo no sea una opción.”

lunes, 1 de noviembre de 2010

Sigueme

Era un día soleado y hermoso como de costumbre. Mathew se levantó temprano para ir a su trabajo, en el Ministerio Público de Recaudación Fiscal. Toma un desayuno ligero y lee el periódico. En las noticias han escrito sobre un predicador callejero, que se ha hecho muy popular entre los indigentes, drogadictos, prostitutas y ladrones, sin embargo las autoridades lo tildan de alborotador. Mathew lo ha visto varias ocasiones camino al trabajo y le ha parecido un hombre intrigante. Su predicación busca acercar a las personas a Dios; y dar esperanza a los que no tiene ninguna. Muchas veces ha querido detenerse y escucharlo por más tiempo, pero sus compañeros de trabajo lo presionan para que continúe su camino. Ellos piensan que es un fanático más. Uno de esos religiosos molestos, que sacan provecho de las personas, tal y como lo hacen los que salen en la televisión. Solo un hipócrita más con apariencia de piedad. Pero Mathew no esta convencido de ello. Pareciera que este hombre es diferente, hay bondad en sus ojos.

Se hace tarde para ir al trabajo, así que Mathew finaliza de un sorbo su café, cierra el periódico y toma el autobús que va al centro. Al llegar a su oficina, todos comentan sobre la noticia de este predicador callejero. Algunos se burlan llamándole loco, pero Mathew guarda silencio, se sienta en su escritorio y mira por la ventana hacia la calle. En su interior sigue inquietado por las palabras de este hombre. Si es un loco y fanático religioso, no lo sabe; lo único que sabe es que no puede sacarlo de su mente.

Mientras piensa en estas cosas, su jefe le interrumpe con una pila de declaraciones fiscales. Es momento de trabajar. Su trabajo: Revisar las declaraciones de impuestos de los ciudadanos. Su meta: Velar porque todos los ciudadanos, paguen hasta el último centavo que la ley establece. No es un trabajo muy agradable, pero alguien tiene que hacerlo.
Mathew no ama su trabajo, pero la paga es buena. Y es por la paga que puede darse los lujos de los que disfruta. Aunque las cosas que posee nunca le han dado felicidad. En su interior hay un vacío que ningún lujo puede llenar. Es por esto que tanto le han intrigado las palabras de este predicador. ¿Podrá haber esperanza para un alma vacía? Entre tantos formularios de impuestos por revisar en el día, tiene tiempo para meditar en esta pregunta.

Un golpe en la ventana interrumpe sus pensamientos, al voltear a ver quien lo llama, se percata que alguien lo mira fijamente desde la calle. Este predicador callejero que llaman Jesús lo esta mirando directo a los ojos, al tiempo que le dice: Sígueme. Su mirada es tan honesta y sus palabras tan dulces, que Mathew no puede negarse. A la verdad no quiere negarse, sino que dejando su pila de formularios de impuestos, sale de su oficina y le siguió.

“Después de estas cosas salió, y vio a un publicano llamado Mateo, sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme. Y dejándolo todo, se levantó y le siguió.”
Lucas 5:27-28

Pienso que al igual que Mateo, Jesús sigue haciendo la misma invitación. Sígueme. Es una orden que demanda acción. Sígueme hoy. Sígueme sin dudar. Sígueme y deja todo atrás.  No pido mucho solo tu vida, no pido más que tu obediencia. Puedes ser un recaudador de impuestos si quieres, pero si me sigues serás un recaudador de almas para mi reino. Puedes tomar notas minuciosas de lo que adeuda la gente, o puedes escribir mi evangelio. Sígueme y daré sentido a tu vida y paz a tu corazón.

Jesús sigue buscando a los que tienen su corazón dispuesto. Ese compañero de trabajo que te habla de Dios, puede ser la voz de Él. Ese mensaje que escuchaste en la radio, a lo mejor son sus palabras. Ese vecino, que todos los domingos lleva una Biblia en la mano a la iglesia; quizás Jesús te esta mostrando el camino. ¿Estas prestando atención? Tal vez Dios te esta diciendo algo. Puede ser que Jesús  te este haciendo una invitación. ¿Le seguirías?